Policiales

Guillermo «El Concheto» Álvarez, el asesino que lleva más de media vida preso y ganó una batalla clave

Tiene 45 años y lo detuvieron en 1996, cuando tenía 18. Vivía en Acassuso y su padre era dueño de varias salas de cine.

Tenía 18 años cuando la Policía fue a su casa de la localidad de Acassuso y se lo llevó preso, acusado de ser líder de una banda de asaltantes responsable de tres homicidios en ocasión de robo. En agosto de 1996 Guillermo Antonio Álvarez era un pibe de plata que había elegido salir a robar «de caño» junto a un grupo de chicos -algunos menores- que reclutaba en la villas Uruguay y La Cava.

Por su condición social -su padre era dueño de 15 salas de cine- se lo bautizó como «El Concheto», aunque sus horas de gimnasio también le valieron el apodo de «Patovica». Desde entonces periódicamente es noticia. O por sus crímenes -que siguieron tras su condena a prisión perpetua- o por su peso dentro de los penales -en los que se convirtió en referente-, Álvarez nunca pasó desapercibido.

Su último papel «estelar» fue durante la pandemia de COVID-19. Se convirtió uno de los interlocutores de los presos amotinados en la cárcel de Devoto ante las autoridades penitenciarias. Lo suyo nunca fue el bajo perfil y hoy vuelve a ser noticia como protagonista de un fallo internacional largamente esperado, en el que se critica duramente la existencia de la «prisión perpetua» como pena.

Con 45 años de vida, 27 de ellos pasados tras las rejas (que suman 34 por el cómputo del 2×1), Álvarez ha invertido el tiempo de encierro en recibirse de abogado y llevar su propia defensa en dos planos: lograr su libertad condicional (empresa en la que viene fracasando debido a los informes negativos sobre su personalidad) y conseguir que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le dé la razón poniendo en tela de juicio su condena a perpetua.

Y en este último punto acaba de tener un éxito rutilante.

A principios de mes la CIDH oficializó un fallo en el que consideró responsable al Estado argentino por la violación de los derechos y garantías judiciales de Álvarez. Le dio la razón en una serie de puntos planteados sobre el juicio en el que recibió la pena máxima del Código Penal.

El debate ventiló cuatro asaltos de la banda a restaurantes VIP y, entre ellos, uno al pub Company -en Migueletes y Avenida Del Libertador, del barrio de Belgrano-, donde murió una joven de 24 años, Adriana Carballido, y el policía Fernando Aguirre (28).

Los jueces internacionales consideraron que en el juicio de Company se vulneró el principio de inocencia porque Álvarez estuvo esposado de pies y manos todo el debate, que ningún tribunal superior revisó la sentencia a fondo y que su defensa no tuvo oportunidad de preparar su caso.

Por todas estas «irregularidades» dispusieron que la sentencia contra Álvarez fuera revisada por la Cámara de Casación Penal… pero sólo si él quería. Por lo pronto -según pudo saber Clarín-, Álvarez pidió una copia de las 68 páginas del fallo de la CIDH y, junto a su abogada, Rosario Fernández, está analizando los pasos a seguir. Él suele llevar la voz cantante en cuanto a su defensa.

Con lo que se encontrará «El Concheto», cuando le llegue la copia en papel, es que el fallo de la Corte Interamericana, en realidad, son dos fallos.

El 24 de marzo pasado salieron los votos de los jueces Rodrigo Mudrovitsch, Patricia Pérez Goldberg, Humberto Sierra Porto y Ricardo Pérez Manrique condenando al Estado argentino y exigiendo que la prisión perpetua se adecúe a las normas internacionales, es decir, se contemple una condena temporal, en números concretos: 25 años, 30 años, 35 años, por ejemplo.

Por otro lado, en julio se firmó el voto razonado en minoría de los jueces Eduardo Ferrer Mac Gregor Poisot y Nancy Hernández López, que directamente se opusieron a la existencia misma de la prisión perpetua como pena. La consideraron tan inhumana e indigna como la pena de muerte.

«En la actualidad es reconocido que ‘la pena de prisión o reclusión perpetua ha sido considerada como sustituto de la pena de muerte en el proceso de humanización de las penas’. Sin embargo, la sustitución de la pena de muerte por la de prisión perpetua desde nuestra perspectiva, no constituye una humanización de la pena, e incluso puede llegar a ser tan severa e indigna como la misma pena capital«, dijeron los dos jueces que firmaron en minoría.

Que dijo Guillermo «El Concheto» Álvarez

En ese voto -que para los especialistas sienta un precedente clave sobre la prisión perpetua a mayores de edad- se rescata el testimonio de Guillermo Álvarez ante la Corte.

«No sé hasta dónde llegarán las consecuencias que me han causado. No puedo hacer planes de vida porque no sé cuando tendré la posibilidad de ser liberado. Si al menos tuviera una fecha podría hacer planes, proyectar cuándo podré volver a vivir con mi familia, con mi hijo. Mi expectativa es saber cuándo podré volver a tener una vida«, alegó «El Concheto» ante la CIDH.

El 24 de marzo pasado salieron los votos de los jueces Rodrigo Mudrovitsch, Patricia Pérez Goldberg, Humberto Sierra Porto y Ricardo Pérez Manrique condenando al Estado argentino y exigiendo que la prisión perpetua se adecúe a las normas internacionales, es decir, se contemple una condena temporal, en números concretos: 25 años, 30 años, 35 años, por ejemplo.

Por otro lado, en julio se firmó el voto razonado en minoría de los jueces Eduardo Ferrer Mac Gregor Poisot y Nancy Hernández López, que directamente se opusieron a la existencia misma de la prisión perpetua como pena. La consideraron tan inhumana e indigna como la pena de muerte.

«En la actualidad es reconocido que ‘la pena de prisión o reclusión perpetua ha sido considerada como sustituto de la pena de muerte en el proceso de humanización de las penas’. Sin embargo, la sustitución de la pena de muerte por la de prisión perpetua desde nuestra perspectiva, no constituye una humanización de la pena, e incluso puede llegar a ser tan severa e indigna como la misma pena capital«, dijeron los dos jueces que firmaron en minoría.

Que dijo Guillermo «El Concheto» Álvarez

En ese voto -que para los especialistas sienta un precedente clave sobre la prisión perpetua a mayores de edad- se rescata el testimonio de Guillermo Álvarez ante la Corte.

«No sé hasta dónde llegarán las consecuencias que me han causado. No puedo hacer planes de vida porque no sé cuando tendré la posibilidad de ser liberado. Si al menos tuviera una fecha podría hacer planes, proyectar cuándo podré volver a vivir con mi familia, con mi hijo. Mi expectativa es saber cuándo podré volver a tener una vida«, alegó «El Concheto» ante la CIDH.

Ya una vez Álvarez había logrado que le dieran la razón en la Argentina… pero le duró poco.

Fue en diciembre de 2015 cuando dos de los tres jueces de la Sala II de Cámara de Casación Penal consideraron que “la pena de prisión perpetua no puede exceder los 25 años” y dispusieron su libertad.

Sin embargo, a los 96 días de estar en la calle, Álvarez protagonizó una confusa salidera (por la que luego fue condenado) y volvió a Devoto, donde se encuentra actualmente.

En el medio de todo esto, su libertad había sido apelada por el fiscal de Casación que recurrió la Corte Suprema de la Nación. El máximo tribunal, en 2019, anuló el pronunciamiento de la Sala II de Casación fijando un postura dura: que ninguna condena a prisión perpetua puede convertirse en una pena temporal.

En la resolución, los jueces de la Corte dejaron en manos de los jueces de Ejecución Penal la tarea de liberar al preso cuando se encuentre en condiciones de pedir la «libertad condicional».

La cuestión espinosa en este punto es que no hay una sola postura de cuándo un preso condenado a perpetua llega a la instancia de «libertad condicional». Y en el caso de Álvarez en particular, todo se complica por sus informes penitenciarios negativos.

«Anestesia efectiva, narcisista y psicópata»

Cada seis meses, Guillermo Álvarez puede pedir que le otorguen la libertad condicional. La última vez que lo hizo fue a mediados de 2023, pero el juez de Ejecución Penal N° 4, Marcelo Peluzzi, se la denegó. Álvarez apeló a Casación y en la feria judicial los camaristas Pablo Jantus y Gustavo Bruzzone dejaron firme la decisión del magistrado.

Poco antes, el 22 de marzo de 2023, le habían negado las «salidas transitorias». El Servicio Penitenciario Federal (SPF) consideró que pasarlo a un régimen semiabierto representaba un riesgo muy alto de fuga.

Aunque ya lleva suficientes años preso como para cumplir con el cómputo de la libertad condicional -y el SPF calificó con «10 ejemplar» su conducta y «bueno 7» su concepto-, el Consejo Correccional penitenciario, por unanimidad, desaconsejó que se le permitiera salir.

«Personalidad inestable, narcisista, rasgos psicopáticos, escasa tolerancia a la frustración, anestesia afectiva», fueron algunos de los conceptos incluidos en el informe penitenciario de Álvarez que -es justo decirlo- siempre tuvo una pésima relación con el SPF.

Incluso en el año 2000 llegó a denunciar a guardiacárceles por armar un complot para matar al juez Alberto Baños, que estaba investigando la supuesta salida de presos de la cárcel de Caseros para robar.

Aunque los informes del Consejo Correccional no son vinculantes, el juez Marcelo Peluzzi los valoró en detalle. Y para la Cámara de Casación lo hizo de manera correcta. Por eso Álvarez no está libre, aunque a fin de año puede reiterar su reclamo.

Según los reportes penitenciarios, Álvarez hace los cursos o va a terapia sólo para cumplir y no se hace cargo de sus crímenes, que fueron especialmente violentos.

En el año 1996, en menos de una semana (entre el 23 y el 28 de julio) “El Concheto” Álvarez concretó ocho asaltos en los que mató al empresario Bernardo Loitegui, Adriana Carballido y Fernando Aguirre. Ya preso por esa seguidilla de terror, en noviembre de 1998 asesinó de un facazo a un compañero de pabellón en la Unidad 16 de Caseros, Elbio «Monito» Aranda.

De todas las condenas que tuvo, la más alta fue la dictada el 28 de octubre de 1999 por el Tribunal Oral de Menores N° 1 (Caso Company), por el delito de «robo agravado por el uso de armas reiterado en cuatro oportunidades, una de ellas en grado de tentativa, homicidio calificado por haber sido perpetuado para consumarlo y, consecuentemente, lograr impunidad y lesiones graves«.

Este es el fallo que ahora cuestionó la Corte Interamericana de Derechos Humanos poniendo el dedo en una llaga compleja: la validez de la prisión perpetua como tal…. aun en caso tan aberrante como el de Guillermo Álvarez, ubicado en el podio de de los peores asesinos múltiples de la historia argentina.

EMJ Fuente Clarín Suscriptores