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El inesperado regreso de Marilina Ross a los 82 años: apariciones sorpresa, temas nuevos, reediciones y un libro en camino

La talentosa actriz y cantante estaba prácticamente retirada de la escena. Hace dos décadas le diagnosticaron enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Apenas un par de días atrás, el viernes por la noche, Marilina Ross realizó una aparición sorpresa en pleno recital de Sandra Mihanovich en el Teatro Devoto. El público estalló de felicidad y no podía creer lo que estaba viendo. Las dos cantantes estrenaron a dúo la canción Nuestra zamba y luego deleitaron a todos con Quereme tengo frío, Uno más uno y Puerto Pollensa, nada menos. Tres de sus mayores hits.

Con 82 años que sumarán una vuelta al sol en febrero, la actriz de la legendaria película La Raulito estaba espléndida y cantó de maravillas, con su característica voz grave intacta, aunque al saludar confesó: «Estoy aterrada, ¡pero vamos!».

Hace mucho tiempo que Marilina parece estar retirada de los escenarios y los estudios de grabación. En los últimos 25 años dio apenas cuatro shows propios: noviembre de 2023 en el Teatro Opera por las cuatro décadas del disco Soles, el Centro Cultural Torcuato Tasso en 2019, el Teatro Gran Rivadavia en 2017 y el Auditorio Belgrano en 2014.

Sin embargo en esta última temporada estuvo bastante más visible y activa, con muchos homenajes por los 50 años de un momento pico en su carrera, aquel 1975 cuando coincidieron el estreno de la telenovela Piel naranja, el lanzamiento de su álbum debut Estados de ánimo y el estreno de La Raulito.

La gran novedad es que este regreso a la actividad no solo es una cuestión de efemérides (en la Legislatura porteña, en La Boca, en el Festival de Cine de Mar del Plata), aunque los hubo y los disfrutó con orgullo. Esta tan demorada y ansiada vuelta llegó de la mano de un nuevo álbum de canciones, la demorada reedición de casi toda su discografía a las plataformas digitales (solo falta Latiendo, del 1990, perdido entre fusiones y burocracias) y hasta la preparación de una biografía escrita junto a Teresa Parodi.

La vitalidad actual de María Celina Parrondo (su verdadero nombre) es doblemente asombrosa cuando se la compara con la artista que muchos imaginaban recluida, aprendiendo a convivir desde 2005 con una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), producto de años de cigarrillos. «Como Sandro», ejemplifica.

La frutilla sobre la torta es su intención de dar en abril un recital con dirección musical de Lito Vitale, para presentar el álbum, su primera edición desde el CD+DVD Por arte de magia en 2010 y el primero con canciones inéditas desde Más que un sueño del 2000.

Cinco canciones dedicadas

Unos diez días atrás, Marilina asistió con emoción a una escucha de su flamante disco Canciones dedicadas en la sala de reuniones de una compañía discográfica. Además de un puñado de periodistas, estaban sus amigas Sandra Mihanovich, Cristina Banegas, Marcela Morelo y Lito Vitale junto a su pareja, Hilda Lizarazu.

En realidad se trata de un EP (extended play o miniálbum) conformado por cinco temas con producción musical y piano de Vitale. Tal como hizo en el ’83 con A mis queridos seres, el común denominador de las canciones es que justamente están dedicadas especialmente a gente como su madre, Norma Aleandro, Lola Mora, Sandra y Patricia Rinacci, su compañera de los últimos tiempos.

Así, cada canción es un puente afectivo, una historia personal ahora abierta al oído del público, una ofrenda musical que recupera vivencias, amistades, admiraciones y despedidas.

En ese encuentro surgió la posibilidad de una entrevista con Clarín, que se concretó a comienzos de la semana siguiente en su casa ubicada en pleno Palermo Hollywood, un caserón con moto y auto en el garage, una pileta en el fondo y un cuarto que hasta hace poco fue un estudio casero.

«Estoy acá -cuenta- hace un montón, desde el ’83, cuando este barrio era un barrio».

-¿Qué pasó este año, donde se te vio tan activa públicamente?

-Bueno, doy notas porque tengo algo que decir. Si no tengo nada que decir, no veo sentido a sentarse a chusmear nomás. En realidad pasó que me junté con mucho material que tenía grabado y que no había publicado. Siempre hice canciones dedicadas, como si regalara una fotografía o un ramo de flores. Puerto Pollensa, por ejemplo, fue un regalo personal para recordar lo que vivimos.

El tema Norme de vida lo hice cuando vi a Norma Aleandro en la entrega de los premios Oscar, cuando ganó La historia oficial. ¡Qué placer ese momento! Apagué el televisor, me puse a componer, salió de un tirón y se la regalé. Ahora lo que estoy haciendo es juntar esas historias, como Quién me iba a decir a mí, que hice hace más de 20 años a mi compañera de vida, Patricia.

-¿Nunca te dio pudor mostrar emociones íntimas tan al desnudo?

-Es que, si te das cuenta, con mis canciones siempre me mostré hablando de mi, de las cosas que me pasan, que veo, que siento, que me duelen o que me dan placer. Si veo que hay un basurero nuclear, escribo sobre eso. O si estamos diciéndole «¡Felices Pascuas!» al pueblo, yo digo «¡A remar marineros, a navegar contra viento y marea, que estamos entre dos costas lejanas!» (Cruzando las grandes aguas). Siempre estoy hablando de lo que siento, veo y transmito, esperando siempre que le hagan bien a los demás y que ayuden.

-Es lo que recibió toda la gente desde que empezaste a hacer canciones: esa emoción y esa honestidad.

-Sí. El disco Soles es lo mismo, solo que lo empecé a componer cuando no podía componer, cuando no me salía nada y la guitarra me colgaba como un jamón, ¡pero un jamón de Jabugo porque estaba exiliada en España! (se ríe).

-También tenés infinidad de romances y de amores en tus canciones, como Quereme… tengo frío para Juan José Camero.

-Así es. Casi sin querer también salió en un momento muy difícil mío, que es siempre el amor. En algún momento salen a la superficie o años después se descubre a quiénes están dedicadas.

Puerto Pollensa también era algo muy privado. Y de golpe apareció Sandra y te convenció de grabarla.

-Tal cual. Así fue. La culpa de todo la tiene Sandra (risas). Ella también fue el alma emprendedora de todo este nuevo disco y por eso puse la dedicatoria «Siempre está al comienzo y al final de todos mis proyectos». Porque este proyecto también fue idea suya y organizó todos los encuentros con el productor y con todos.

-¿Por qué hay un tema dedicado a Lola Mora?

-Siempre me apasionó su historia y hasta llegué a hacerla en un radioteatro en Radio Belgrano, dirigida por Alberto Migré. La canción salió cuando me llegaron los capítulos de una posible serie sobre su vida, donde yo la personificaría en sus últimos años. La autora de los guiones, María de las Mercedes Hernando, quería una canción para los títulos y cumplí. Me conmovió tanto que le dediqué este tema.

Algo que descubrí sobre Lola Mora es que descubrió que había petróleo en las piedras. De tanto buscar y querer y adorar esas piedras de las que había vivido toda la vida como escultora, encontró esa veta oscura, empezó a investigar y se reunió con un grupo de gente que después terminaron dejándola sola. Vaca Muerta se la debemos a ella, porque es una gran piedra donde abajo está el petróleo. Lo descubrió en el año ’26.

Vivir con EPOC

Marilina cuenta que de chica tenía una voz muy aguda que no le gustaba, y le dijeron que fumando podía ponerse más grave. «Empecé a fumar como un remedio, ¡qué delirio!», contó alguna vez. Logró tener una voz más grave, pero como consecuencia surgió el EPOC.

-¿Cómo fuiste sobrellevando todo el tema de la enfermedad?

-La verdad que es una enfermedad que va avanzando, que se puede detener un poco, pero no se detiene del todo. La estoy sobrellevando bastante bien, haciendo ejercicios y una dieta. Duermo con oxígeno, por ejemplo, porque ya me bajaba mucho el oxígeno en sangre. Pero durante el día, ya ves, estoy sin el oxígeno encima. Y en el escenario aguanto unas cuantas canciones y por eso le pido a Sandra siempre que me socorra en esos casos.

-Muchos artistas que dejan de grabar y cantar en vivo creen que el público se olvidó de ellos. ¿Te pasó lo mismo?

-En realidad empecé a despedirme en el año 2000, antes que me descubrieran el EPOC. Ahí dije que Más que un sueño sería mi último disco, porque tenía todas mis canciones cantadas con otra gente, desde Víctor Manuel y Alberto Cortez hasta María Elena Walsh, Eladia Blazquez, Alejandro Lerner, Silvina Garré, Norma Aleandro y Sandra. Era una linda despedida, pero no me dejan que me vaya.

Lo último que hice fue a fines del 2023 en el Opera, un recital bastante completo con una orquesta grande dirigida por Ángel Mahler, a quien tuvimos que despedir lamentablemente hace poco. Y desde entonces no me he conectado musicalmente con la gente.

-¿Te imaginabas la buena repercusión del disco nuevo?

-No. Ne imaginaba que una canción como la Zamba podría estar entre las diez más escuchadas de Spotify. Nunca me imaginé semejante repercusión.

Aquel regreso con «Soles»

A mediados de los años ’60, Marilina Ross había protagonizado la telecomedia La nena y a comienzos de los años ’70 el histórico ciclo Cosa Juzgada. También había hecho teatro, cine y grabado algunos simples como Qué será de mí y Carta a papá, además de participar en el compilado militante Cancionero para la liberación. Por supuesto, como se sabe, en 1972 integró la comitiva que acompañó en el avión al general Juan Domingo Perón en su regreso al país luego de 18 años de exilio.

Sin dudas que 1975 fue el mejor año de todos, por los picos de rating históricos de la telenovela Piel naranja, el éxito de su primer álbum y el estrenó del multipremiado filme La Raulito, que más tarde le abriría las puertas del mercado español. Pero al poco tiempo tuve que irse del país y vivió cuatro años de exilio. «Por suerte -dice- la gente tiene memoria y sobre todo, tiene cariño. Creo que me he ganado el cariño de la gente».

-Aquel regreso con las canciones de Soles trajo toda una generación nueva de fans.

-Sí. Lástima que tuvimos que agradecer a la Guerra de las Malvinas para que salieran nuestros discos a la luz. (pausa) Recuerdo Soles con mucho cariño y el espectáculo que hicimos fue muy lindo, un paseo por mi vida donde me hice cargo de hablar de lo que no se podía hablar: ¡me puse una una venda en la boca para mostrar que no podía hablar ni cantar la canción que cantábamos antes!

-¿Cómo fue vivir ese boom y hacer muchos shows casi con el ritmo de una rockstar?

-Nunca me consideré un rockstar. No conocía el estilo intenso de muchas actuaciones, pero de a poquito fui entrándole y terminó siendo muy gratificante sentir todo ese amor de la gente que no me había olvidado y que estaba en todas partes de mi país.

Después de todo este intenso 2025, ¿te imaginas algo más para el año que viene?

-Vamos a hacer el lanzamiento en escena del disco, tal vez para abril si estoy en condiciones. Lo vamos a hacer con Lito Vitale, que hizo todos los arreglos musicales que son una belleza, una maravilla, y que bien vale la pena escucharlo. Hasta hay un tema instrumental con un hermoso solo de violín que se llama Mamá, que hice cuando mi mamá ya estaba partiendo y prácticamente murió en mis brazos.

Lito me propuso hacerlo y lo dejaré en sus manos, así que hasta donde pueda lo haré. Me sigue gustando mucho la música. Soy muy feliz haciéndola y tocando también. Canto y toco de entrecasa o en reuniones, pero mucho menos que antes. Y tampoco estoy componiendo mucho nuevo. ¡Ah, y tengo otra novedad!

-Adelante.

-Estoy haciendo un libro y está casi listo. Le estoy contando mi vida a Teresa Parodi y ella le da una forma lindísima, como es su forma de meterle poesía a todo. Así que seguimos entregando. Continuará. ¡El libro debería terminar así: «Continuará»!

Marcelo Fernández Bitar