¿Qué es la mediumnidad? ¿Es posible comunicarse con los espíritus?
Por Dr. Antonio Las Heras. – Desde lo más antiguo de la Humanidad el interés de comunicarse con quienes ya han desencarnado permanece vigente. A mediados del siglo XIX esa búsqueda tomó una nueva denominación: mediumnidad. Personas que afirmaban estar en condiciones de incorporar el espíritu de un muerto y que éste se manifestara a través de ese humano al que se denominó “médium.”
Personas que afirmaban estar en condiciones de incorporar el espíritu de un muerto y que éste se manifestara a través de ese humano al que se denominó “médium.” El tema es muy controvertido pues tiene diferentes facetas que van desde quienes lo investigaron científicamente hasta los que lo convirtieron en una creencia. Aún sigue en pleno debate.
En Argentina hay un colega nuestro que se ha ocupado – durante varios años y con minuciosidad – en estudiar esta cuestión de los espíritus y los médiums. Es el doctor en Psicología, profesor universitario y parapsicólogo Alejandro Parra, fundador y director del Instituto de Psicología Paranormal quien acaba de publicar – en España – el libro “Mediums” (Ed. Almuzara), donde vuelca los resultados de su trabajo. El texto ya ha llamado la atención por lo que decidí hacerle esta entrevista. De resultados muy reveladores, por cierto.
Antonio Las Heras: ¿Se puede explicar, en pocas palabras, qué es la mediumnidad?
Alejandro Parra: Los médiums han sido vistos en diversas sociedades cumpliendo un rol que identifica a un sacerdote, un chamán o a un místico. Representan figuras que pueden requerir los consejos de los espíritus de los ancestros, aliviar el dolor por la pérdida de seres queridos fallecidos y ganar recompensa o recibir el castigo de dioses o entidades por las conductas impropias en cada cultura. También la influencia de los espíritus en la vida cotidiana para el matrimonio, la prosperidad económica, la protección de los hijos y la familia, la curación de las enfermedades, los momentos apropiados para el cultivo o anticipar desastres naturales así como para ganar conocimiento o poder.
La mediumnidad es la capacidad de establecer comunicación con entidades o inteligencias supuestamente inmateriales o desencarnadas cuya práctica es muy antigua y transcultural. Básicamente, la mediumnidad se refiere a una experiencia de comunicación que puede estar sujeta al control de un espíritu guía o bien bajo el control del propio individuo sin tutoría espiritual alguna. Dada la diversidad del rol del médium, podemos cometer un error al considerar que la doctrina espiritista o determinadas religiones entrañan la única manera de comprender a la mediumnidad, aunque ciertamente sus influencias han sido prominentes en muchas formas, de ninguna manera pertenece al patrimonio espiritista.
ALH: Lo habitual es que la gente entienda que un médium es una persona con la capacidad para incorporar el espíritu de un desencarnado y que éste se manifieste a través de él, ¿es así, o el médium es algo diferente?
AP: En el espiritismo kardecista, por ejemplo, la mediumnidad se corresponde a dos grandes categorías: la mediumnidad «mental» o moral, y la mediumnidad física. En la mental, el espíritu desencarnado se comunica a través del cuerpo del médium (siendo el médium un sujeto pasivo o receptivo) o bien el médium invoca la sabiduría de un determinado agente espiritual (siendo el médium un sujeto activo y demandante). Para los grupos religiosos, la mediumnidad es considerada un «don» que puede manifestarse a edad temprana en la niñez; una etapa caracterizada por una disminución de la influencia cultural, primero, la educación parental y después la escuela, resultando la etapa infantil la más apta para abrirse a posibles influencias espirituales. De este modo, se evita la represión del filtro («portal») para crear una vía de comunicación.
Sin embargo, la mediumnidad también está considerada un “sexto sentido”; metáfora que entraña una vía alternativa de manifestación, siendo sus desencadenantes —aunque no podemos generalizar— situaciones traumáticas, desde físicas (por Ej., accidentes), orgánicas (por ej., tumores, epilepsias) hasta emocionales (por Ej., violencia doméstica, abusos, abandono o negligencia parental). Incluso una experiencia al borde de la muerte (por Ej., una experiencia cercana a la muerte) o una intensa y vívida experiencia religiosa/espiritual pueden desatar experiencias de mediumnidad.
ALH: ¿Qué aportes puede hacer la Parapsicología para explicar los supuestos casos de mediumnidad?
AP: Al igual que en el estudio de cualquier fenómeno parapsicológico, llevar a la mediumnidad a un ambiente controlado de laboratorio, permite examinar a los médiums. Lo ideal sería que la investigación de la mediumnidad basada en estudios de laboratorio, incluya, primero, un entorno que optimice el proceso de la mediumnidad, tanto para el médium como para el presunto desencarnado, con el fin de aumentar la probabilidad, si existe, de capturar el fenómeno. Segundo, el empleo de métodos de investigación que optimicen el procedimiento experimental del médium y el experimentador, a ciegas, con el fin de eliminar todas las explicaciones convencionales de la información dada, su precisión y especificidad.
Los métodos modernos para investigar la mediumnidad consiste en protocolos, análisis de las sesiones, el diseño de un procedimiento experimental, prueba de selección de todos los participantes de la investigación y un sistema de calificación específico. Este método permite a los investigadores eliminar el fraude, las «lecturas en frío» y el sesgo involuntario como una explicación normal para los resultados de la declaraciones de un médium.
De este modo, se les da a los médiums el nombre de pila del desencarnado de quien el consultante desea saber porque la crítica obvia de este método es que los propios nombres pueden proporcionar información al médium que podría explicarse mediante una lectura en frío (por ejemplo, su origen étnico si el apellido es nativo de Italia, África o Japón). Debido a que se les pide a los médiums dar información específica sobre la vida de cada desencarnado, parece bastante improbable que puedan obtener información únicamente usando un nombre de pila.
Luego, haciendo preguntas específicas al médium se obtienen «trozos» específicos de información del desencarnado, por ejemplo, preguntas sobre su descripción física o de personalidad, aficiones e intereses y causas de su muerte. También se le puede preguntar al médium: ¿El desencarnado tiene mensajes específicos para el consultante? Esto permite que la información y los mensajes en las sesiones mediúmnicas se trasladen al consultante por medio de un protocolo rigurosamente controlado.
ALH: ¿Puede mencionarnos algún médium conocido que Ud. haya investigado?
AP: En un estudio que hice con las consultantes de un médium que experimentaban dificultades para procesar el dolor por la pérdida, particularmente desesperanza, desesperanza y conductas evitativas asociadas al recuerdo doloroso del fallecido. Trabajamos con el médium Leonardo K., quien dio buenas evidencias de sus cualidades mediúmnicas. Las consultantes del médium también experimentan mayor frecuencia de experiencias perceptuales inusuales, por ejemplo, oír voces, ver al difunto, oler perfumes, sensación de contacto físico y otras experiencias en el umbral del sueño o al despertar.
En otras palabras, las consultantes del médium mostraron más esperanza en una vida después de la muerte quizá a causa de su compromiso en la búsqueda de una forma de comunicación espiritual como un factor emocional en el modo de lidiar con la pérdida. Razonablemente, consultar a un médium es un mecanismo de afrontamiento espiritual; sobre todo debido las creencias religiosas permiten tolerar el duelo en forma adaptativa.
Por ejemplo, las consultantes del médium mostraron más experiencias paranormales y espirituales asociadas al recuerdo del difunto, en particular a oír voces (auditivas) y oler perfumes lo cual podrían ser “compensatorias”, incluso sustituir los sentimientos negativos, de modo que la aflicción por la pérdida es menor cuando la frecuencia de estas experiencias espirituales aumenta. Por ejemplo, una doliente que siente que su esposo está espiritualmente presente y la acompaña en su cotidianeidad en el hogar probablemente sea más propensa a consultar médiums como un modo de confirmar sus experiencias espirituales bajo la forma de una comunicación “incompleta” y así evita sucumbir a la depresión por la pérdida. Además, las creencias religiosas son un cultivo para la normalización de ciertas experiencias espirituales.
En suma, las prácticas mediúmnicas podrían verse como un factor protector contra los efectos de la evitación y la rumiación, lo cual permite afrontar los problemas de una manera adaptativa. Incluso es interesante que una característica de muchas consultantes del médium involucraba problemas relacionados con la “culpa”, el perdón y la necesidad de un “reencuentro” o “ser perdonado” a través del mensaje del médium, particularmente en aquellos casos en los que hubo circunstancias de muerte súbita o distanciamiento entre el doliente y el ser querido.
La creencia común de que los contactos con los fallecidos brindará esperanza y alguna forma de protección, está presente en las consultantes. Además, una sesión con un médium podría proporcionar no sólo un sentido de bienestar existencial y espiritual asociado con sentirse en paz con pensamientos sobre la vida y la muerte sino también tener una sesión exitosa con el médium en términos de una “buena” comunicación. De hecho, algunas de las consultantes manifestaron su confianza en la eficacia de médium, con la certeza de que la información transmitida por el médium (aunque sea breve), pueda conducir a un aumento del sentimiento de bienestar después del “contacto”. Algunos consultantes entrevistados informalmente a posteriori de la sesión, indicaron que el médium les dio esperanza para seguir adelante, evitar el aislamiento social, reconciliación con el ser querido fallecido, alivio por la culpa a causa de una frustrada “despedida” (sobre todo en casos de enfermedades terminales) o el perdón recíproco como un factor de amortiguamiento contra sentimientos de frustración, enojo reprimido y la continuidad de un vínculos saludable y duradero con el ser amado fallecido.
La mediumnidad puede brindar consuelo y orientación con un potencial enorme para ayudar a las familias y amigos a aceptar su dolor y replantear su experiencia dentro del duelo mediante la búsqueda de un consejo espiritual por fuera de los términos de las religiones tradicionales o directamente no religioso. La mediumnidad puede ayudar a las personas que atraviesan el duelo a pasar por cada etapa más eficientemente que aquellos que no han tenido tal experiencia, así como también proporcionar mecanismos de afrontamiento psicológicos positivos a las personas que han sufrido un duelo.
ALH: Habla Ud. en su libro de «diversidad de la experiencia espiritual», ¿puede darnos una definición sobre esta expresión. ¿Qué es una «experiencia espiritual»?
AP: Me refiero a la riqueza en la diversidad de perspectivas acerca de la figura del médium y su entorno. Popularmente, la expresión “sexto sentido” es una metáfora viable para la mediumnidad; una calificación asociada a una vía alternativa de manifestación de inteligencia espiritual. Los médiums han generado en el colectivo médico, la Iglesia católica, entre ilusionistas y psicólogos que confrontaron ideas, teorías e interpretaciones defendidas por espiritistas y espiritualistas desde el siglo XIX hasta el presente.
ALH: ¿Cuál es la definición de «espiritual» que Ud. utiliza?
AP: Hay un concepto que he adoptado llamado “eutonía espiritual”, que considera al cuerpo como la base fundamental y el centro de la experiencia espiritual. En consecuencia, la eutonía pone el foco en el tono adaptativo de la experiencia espiritual y las acciones de un individuo para sí mismo y para el bien común. Entonces, ¿el reino espiritual está literalmente superpoblado de fuerzas o, por el contrario, estos individuos responden a un locus espiritual común interpretado bajo su propio filtro cognitivo? En el caso de los médiums seculares y otros muchos contactados con entidades, hay una debilidad teórica —si queremos evitar la expresión pobreza— que es resultado de quedar sujetos a dogmas o doctrinas que puedan desencajar con las propias experiencias, mucho más ricas y hasta sobredimensionadas, que las que describen los libros revelados o las exégesis de sus intérpretes.
En otras palabras, estas experiencias parecen no estar limitadas a un criterio prefijado ni condicionamiento moral estricto en términos de «buena» o «mala» mediumnidad, excepto un criterio ético. La ética mediúmnica es el conjunto de normas que el propio médium construye en virtud de distinguir el daño del beneficio, por ejemplo, experiencias de malestar o perturbación espiritual, sensación de intrusión, proporcionar información apropiada y útil, sentirse protegido por el grupo de pertenencia (por Ej., una sociedad espiritista) o bien el «blindaje» que el médium construye a partir de sus propios recursos para evitar la inoculación de cualquier potencial peligro que atente contra su estabilidad psicológica o emocional y espiritual (por Ej., la oración). Mantener dominio o control desde un punto de vista ético, de acuerdo al grado de empatía o sintonía emocional, valores (axiológico) y misión de sentido (existencial).
La moral mediúmnica, a diferencia de la ética, está más predeterminada por la doctrina sobre la que el médium religioso es observante de su doctrina (por ejemplo, el espiritismo kardecista) porque esta moral es dependiente de los consejos y orientaciones de un reglamento específico que determina o guía religiosa. Por ejemplo, algunos directores de sesiones recomendaban evitar los hogares familiares porque no eran sitios apropiados para celebrar una sesión espiritista. A menudo, las sesiones espiritistas se celebraban en sitios consagrados, en un amplio salón para tal propósito, pero no otro sitio (como para comer o dormir).
En efecto, muchos kardecistas sostenían que las casas no representaban lugares suficientemente protegidos espiritualmente porque temían que entidades intrusas perturbaran la vulnerabilidad de un médium sensible. Además, el médium jamás debía actuar solo, sino acompañado de un grupo de personas que sirvan de apoyo moral (o espiritual) y magnético (o energético en los términos modernos) a modo de «escuderos» que protegen al sensitivo de un ataque espiritual.
En suma, para los espiritistas, una manera «eutónica» de conducir una sesión espírita era encontrar un sitio controlado y laico (a diferencia de las iglesias espiritualistas británicas) protegido por los fluidos de un magnetizador competente (Kardec había sido fuertemente influido por el mesmerismo) para «purificar» el sitio de toda polución espiritual, rodeado de un círculo con médiums de menor rango y entonces canalizar los mensajes sin filtro provenientes del mundo espiritual. Estos criterios morales, entre muchos otros, dominaron las sesiones espiritistas religiosas desde los inicios tanto del kardecismo como de muchas otras de sus ramificaciones.
ALH: Para poder producir un hecho mediúmnico la persona debe estar en lo que se llama «estado de trance»; ¿cómo se define ese estado?
AP: A medida que las prácticas mediúmnicas comenzaron a crecer a mediados del siglo XIX, el espiritismo daba a muchas amas de casa la libertad de poder escapar del yugo de sus familias para viajar y provocar «escandalosos» comportamientos con la excusa de la comunicación con los espíritus en trance. El trance (del latín “transitum” o tránsito) proviene de un estado no ordinario (o alterado) de consciencia caracterizado por la pérdida del control volitivo del individuo y amnesia (total o parcial). De hecho, se creía que la mediumnidad parecía ser hereditaria porque en muchas familias las mujeres parecían compartir el don (por ejemplo abuelas, madres e hijas).
Sin embargo, debemos afirmar con justicia que la mayoría de los médiums llevan una vida normal gracias al control voluntario del estado de trance, practican discretamente sus sesiones en ámbitos familiares privados y leen literatura espiritual revelada en el entorno cultural del «esoterismo popular», acompañados por numerosas prácticas de sanación psíquica y espiritual, a menudo en el contexto de la new age.
Por ejemplo, la clariaudiencia es un fenómeno típico de muchas experiencias místicas y durante el trance mediúmnico: oráculos, chamanes, sacerdotes, profetas, místicos, mártires, santos y otras personas a través de la historia han sido guiadas por este tipo de voces, pero, a menudo, se manifiestan como una voz interior en lugar de una voz que proviene del mundo externo.
En Buenos Aires, Antonio Castilla, empleaba un estilo de oratoria en trance a través de Hilario, su guía espiritual, expresó una célebre y bella prosa que quedó inscripta en la piedra fundacional de la sociedad Constancia: «Tened por templo, el Universo; por altar, vuestros corazones; por imagen a dios; por sacerdote, la conciencia». El médium de materializaciones Osvaldo Fidanza, que residía en La Plata, era otro médium que incorporaba a más de un guía, siendo Aetes el más habitual. Según Fidanza, al principio él mismo creía que eran espíritus, pero años más tarde concluyó que estaba en comunicación con alguna forma de inteligencia extraterrestre.
De modo semejante, aunque menos dramático, el médium Edgar Cayce, en los Estados Unidos, recetaba en trance («durmiendo») prácticas naturistas inspiradas por sus guías angélicos. José Pedro Freitas, conocido como “Ze Arigó” llegó a ser una celebridad en Brasil, sobre todo porque decía que sus intervenciones eran producto de la ayuda un médico-guía fallecido que deseaba continuar su misión de forma solidaria, atendiendo a enfermos desahuciados por la medicina. Decía incorporar en trance al «doctor Fritz» y ejecutar un corte quirúrgico con cuchillos oxidados, vidrios o latas, extraer el tumor y apenas presionar el corte con los dedos ensangrentados esperando una pronta cicatrización. El médium austríaco Rudi Schneider inducía el trance mediante hiperventilación al final de la cual quedaba extenuado cuando incorporaba a su espíritu-guía Olga y el artista francés Fernand Desmoulins practicó espiritismo y comenzó a producir dibujos de rostros en trance que recuerdan al art nouveau.
Otros médiums seculares (no religiosos) no requieren ningún estado de trance, más que unos segundos de silencio y ensimismamiento aptos para iniciar la sesión, sin embargo, una leve apnea gracias a una secuencia de respiraciones y una súbita sensación de expansión es el acto de apertura inaugural que permite advenir la información a canalizar, al punto de ladear su rostro como quien busca capturar el sonido de aquellos susurros para escuchar la voz del espíritu.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. www.antoniolasheras.com
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