Una masterclass de MARIA ROSA LOJO
Por Edgardo Miller.- * Cuando uno la escucha da ganas de salir corriendo a comprar sus libros; a contarse las historias que escribió. Porque lo que María Rosa Lojo cuenta atraviesa.
Qué encanto de escritora, qué encanto de mujer. (o viceversa)
María Rosa Lojo pasó por El País y los Escritores (Jueves a las 23 FM Radio Cultura), comparto esta hermosa masterclass de la gran escritora argentina.
Cálida, de puertas abiertas, dispuesta a recorrer cualquier mapa que se le proponga en una entrevista de radio; con una inmensa llanura desde donde dibuja una mujer de letras sin fronteras.
Notable en todos los sentidos, dueña una inteligencia superlativa.
Fue enriquecedora esta charla en El País y los Escritores.
Habita “un lugar en el mundo”: Castelar (donde vive desde los cinco años), pero va y viene desde y hacia la ciudad de Buenos Aires, todo el tiempo por razones laborales y culturales. Está casada y es madre de dos hijos.
Educada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, allí hizo el doctorado. Llegó a la categoría de investigadora principal del CONICET. Asesora académica en la carrera de doctorado en Letras en la Universidad del Salvador y directora académica del CECLA (Centro de Estudios Críticos de la Literatura Argentina) en la Facultad de Filosofía y Letras.
Colabora con notas y textos de ficción en revistas y suplementos de los principales diarios argentinos: La Nación, Revista Ñ, diarios Clarín, Página 12, entre otros.
-Mis padres eran españoles vinieron cada uno por su lado como fruto de la tragedia que estaba viviendo España, en los años del franquismo y la posguerra. Se conocieron acá y se casaron.
Yo recuerdo que tenía muy buenos libros en casa; los fundamentales de la tradición española y libros europeos. Mi madre había sido una gran lectora y dueña de una librería, pero no conocía la tradición argentina.
Un buen día y porque era mi santo –el día de Santa Rosa- mi papá se apareció con un estante de las antiguas colecciones en miniatura de los clásicos Jackson, que tenía las obras de los escritores y pensadores argentinos (fragmentos). Entre esos libros estaba el de Sarmiento y Alberdi también estaba Lucio Victorio Mancilla, que para mí fue como encontrar la piedra de la roseta para entrar a la literatura argentina, para poder entender de qué la iba este complejo país.
E.M. Lucio Ve Mancilla, no sólo un escritor, sino un general de división del Ejército Argentino, que se destacó como periodista, político y diplomático. Gobernador del Territorio Nacional del Gran Chaco en la década de 1800.
M.R.L. Sí, claro. Mansilla es un escritor complejo que no divide al mundo en civilizados y bárbaros, sino que ve la interacción entre esas dos categorías que creemos que era pensamiento dominante en su época. Y no hablo de Sarmiento, porque Sarmiento habla de “civilización y barbarie” y el mismo Sarmiento es seducido por el mundo de la barbarie, por el mundo gauchesco ancestral. Él irónicamente se califica a sí mismo como “Doctor Montonero”; hizo la epopeya educativa como un caudillo, con una energía tremenda, una voluntad disruptiva y de liderazgo que tenía Sarmiento, ¡impresionante!
E.M. Qué te dejo a vos la literatura de Lucio.
M.R.L. Entré a la literatura argentina con Mansilla que me mostró el mundo, el siglo XIX, que no estaba en ese momento realmente enseñado en la escuela y yo lo descubrí a través de este gran escritor. El podía mostrar la historia nacional con su historia familiar, porque su tío era Juan Manuel de Rosas, ¡claro!
Él cuenta en “Los siete platos de arroz con leche”, como Rosas le lee en la víspera de su caída el discurso que va a leer ante la legislatura al día siguiente, y cómo él lo escucha hechizado incapaz de moverse y mientras tanto Manuelita le va trayendo uno tras otros siete platos de arroz con leche. Esos dos fueron los personajes de mis novelas: La pasión de los nómades (1) y La princesa federal (2), sobre Manuelita.
E.M. Cuánto se ha escrito sobre Manuelita. No sólo manejaba bien los caballos sino también los hombres, porque su vida ha dado tanta literatura.
M.R.L Si, hay bastante escrito sobre ella.
Desde que Manuelita y Rosas existieron en el siglo XIX, y contando que las campañas políticas se hacían a través de la escritura, como suele pasar era una escritura de adulación, muy mala literariamente. La mejor escritura era la polémica, según se cuenta Rosas estaba encantado con la potencia literaria de Sarmiento; cuando leyó Facundo en vez de enojarse les comentó a sus aduladores de costumbre: “Vean esto, así se ataca”. Rosas no era ningún tonto, tenía la capacidad de distinguir y por algo tuvo a su servicio a un gran erudito napolitano: Pedro de Angelis (3), al que le debemos mucho. Fundó prácticamente la historiografía nacional, publicó la colección de obras y documentos del Río de La Plata con textos fundamentales entre ellos la primer crónica sobre el Cono Sur que fue escrita por Ruiz Díaz de Guzmán (4), un asunceño mestizo, y eso lo publica de Angelis.
Y aparece como personaje en la Princesa federal, porque a mí siempre me ha interesado mostrar la historia de los propio, aquello que tenemos como anquilosado con cliché o puntos de vista fijo, mostrarlo en cierto modo desde miradas oblicuas que tienen otra posición que no son las del nativo pero que están acá, quizás porque yo también soy hija de extranjeros y de Angelis me pareció un personaje que expresaba muchísimo las contradicciones y la vida de un intelectual en la Argentina; su propia vida había sido una vida contradictoria porque él llega para colocarse al servicio de Rivadavia como representante de lo que era la Ilustración. Rivadavia cae y queda desempleado al poco tiempo y así termina trabajando para Rosas donde cumplía dos funciones: director del diario del Archivo Americano, que no era sólo un diario de propaganda, tenía material cultural importante y por otro lado era un gran archivero. Un gran erudito, un gran preservador y divulgador de archivos fundamentales.
E.M. Imagino lo que fue para vos este encuentro.
M.R.L. Y para mí la investigación de archivo me parece esencial, ahí está toda nuestra memoria, eso es patrimonio.
Por algo investigar a Eduarda Mansilla (5) fue fascinante –la hermana de Lucio Victorio Mansilla- era una escritora magnífica, pionera del siglo XIX.
E.M. Hay frutos de esa inspiración.
M.R.L. Claro, yo le dediqué mi novela: Una mujer de fin de siglo. Fui a la biblioteca de la estancia Los Talas (Luján), a buscar todo lo que hubiera de ella; también estábamos publicando la reedición crítica de su primera novela Lucía Miranda, que justamente se relaciona con esta crónica del asunceño Ruiz Díaz de Guzmán que publicó por primera vez Pedro de Angelis. Lucía Miranda es como un hito fundamental para el imaginario argentino porque es la “española” que todos asedian y terminan cautivando dos caciques, uno de ellos –Marangoré- muere y se queda con ella Siripo que es el hermano de Marangoré; Lucía con su marido es inmolada porque que se mantiene fiel al vínculo matrimonial, pero en la novela de (Eduarda) Mansilla lo interesante es que esta historia trágica tiene continuidad que no se ve en otros textos. Es la primera vez que aparece en una novela esta posibilidad del mestizaje y que no es ejercida por los personajes protagónicos sino secundarios: un soldado español, una joven india. Personajes todos imaginados por Eduarda Mansilla. La novela termina con ellos dos que huyen a la llanura –La Pampa-, después deber quemarse el fuerte Sancti Spiritus; todo termina en desastre pero continúa en una versión que va a ser mestiza gracias a esta colisión, un encuentro difícil, complejo pero que en definitiva es constitutivo de una identidad Argentina a la cual se agregaría todo lo aportado por los inmigrantes de muy diversas latitudes, ese cóctel es Argentina.
E.M. Lo que hicieron ahí, este libro que acaba de salir con el sello editorial de Corregidor es también un pedazo de historia Argentina, de tragedias y luchas. Son diecisiete relatos del pasado.
M.R.L. Es un libro que si bien trabajé sobre historia argentina, narra las historias entrecruzadas de un grupo de personas que viven en ciudades vecinas de la provincia de Buenos Aires, también La Plata y en la zona rural de la misma provincia. Hay un nudo trágico cercano que vincula a varios individuos y familias: un accidente en el que mueren alumnos y maestros de una escuela especial. Desde esta desgracia parte una red cada vez más vasta que nos va llevando a otros personajes y se aleja hacia el pasado, hasta remontarse a las épocas de las guerras de frontera y las guerras civiles del ‘19.
REFERENCIAS:
- La pasión de los nómades. -libro de María Rosa Lojo. Editorial:DeBolsilllo/ 1994. Novela, sobre el escritor el militar y político Lucio V Mansilla, sobre los pasos de su famosa “excursión a los indios ranqueles”.
- La Princesa federal. – Libro de María Rosa Lojo. Editorial: DeBolsillo/2013. Novela, emblemática sobre Manuelita Rosas, instalada entre los lectores como una obra clave para la comprensión de un mito del imaginario nacional más allá de los clichés y las fáciles antinomias.
- Pedro de Angelis.- Nápoles 1748/1859 Buenos Aires. Erudito, historiador y periodista. Llegó a los 43 años al Río de La Plata, recopiló y publicó documentos fundamentales que habían permanecido inéditos. Se hizo cargo de la Imprenta del Estado durante la época de Rivadavia, a la caída de éste fue contratado por Rosas. Junto a éste creó el Archivo Americano y Espíritu de la Prensa y el Mundo que se editaría en tres idiomas. Realizó su obra cumbre en 1836: Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Rio de la Plata.
- Ruiz Díaz de Guzmán. – Conquistador, burócrata colonial. 1559/1629. Asunceño, Paraguay. Primer historiador nacido en el área rioplatense, su obra es la primera “autorreflexión que surge de un nativo”, porque es el primer mestizo de ascendencia hispano-guaraní en registrar la historia del Plata.
- Eduarda Mansilla.- Escritora y periodista argentina del siglo XIX. Precursora en su género, cuya obra trascendió el ámbito nacional mereciendo el privilegio de ser traducida a otros idiomas. Es una de las primeras mujeres argentinas en haber logrado consideración por su obra literaria.
- Investigación Andrea Fruttero