NOTA DE LA SEMANA

Entre sonidos, colores y sombras…Borges y su oscilante vínculo con el Cine

Por Carlos Parodi. – Adentrarse en el inabarcable universo de Jorge Luis Borges conforma una experiencia tan arrebatada como misteriosa, y su fluctuante relación con el “Cinematógrafo” preserva espacios en penumbras, plenos de fascinación y de no pocas ficciones (y fricciones).

Hoy, a través de un laberíntico sendero de celuloide, recordaremos brevemente sus reseñas cinematográficas y también aquellos punzantes contrapuntos filosóficos con los directores, ante la puesta en escena de sus propios cuentos…

Desde sus años jóvenes y hasta quedar ciego en 1955, Borges publicó una serie de críticas y reseñas cinematográficas que, bajo la forma de un velo traslúcido y no exento de ironía, lo llevaba a cubrir los estrenos en las antiguas salas de cine de la ciudad de Buenos Aires. Borges nunca abandonó su pasión por el cinematógrafo y la cegera no le impidió, allá por la década del 80, ingresar de la mano de María Kodama (1937-2023) silenciosamente a la sala Leopoldo Lugones del Teatro General San Martín, cuando ya la magia no era visual sino sonora bajo la casi total oscuridad.

Sus notas fueron publicadas a partir de 1931 en la revista Sur y posteriormente en otras ediciones de la época, como Nosotros, Megáfono, Destiempo (co-fundada con Adolfo Bioy Casares) y en Multicolor del diario Crítica. “En este siglo, el mundo ha podido conservar la tradición épica gracias al cine, porque los literatos, bueno, parecen haber descuidado sus deberes épicos”, sentenciaba por aquellos melancólicos  tiempos.

Según los registros historiográficos, sus primeras incursiones en los viejos Cinematografos, fueron referidas a las películas Luces de la ciudad, con Charles Chaplin (1889-1977)  y El asesino Karamasoff, ambas de 1931, y La extraña pasajera, estrenada en1942yprotagonizada por la entrañable belleza de Bette Davis (1908-1929).

Con respecto a las actrices de entonces, Jorge Luis Borges sentía una irremediable fascinación hacia la enigmática y sensual figura de Greta Garbo (1905-1990). En tal sentido, Borges señalaba: “Durante mi infancia estuve enamorado de Asta Nielsen que era una actriz sueca. Más tarde lo estuve de Miriam Hopkins y finalmente, como un hombre más dentro de los hombres del mundo, de Greta Garbo. De la Hopkins puedo decir que era una actriz sumamente versátil, no así de la Garbo que, saliéndose de su papel de ‘Ninotchka’, siempre hacía lo mismo. Recuerdo la gran propaganda que se hizo para la presentación del film ‘Ana Christie’ de Greta Garbo, basado en una pieza de O’ Neill. La propaganda decía ‘Garbo talks’ y todos estábamos esperando que hablara, íbamos a oir la voz de Greta Garbo, la nunca oída voz de Greta Garbo y lo que escuchamos fue una voz casi ronca que decía ‘give me a whisky’, y entonces todos temblamos de emoción…

En sus textos críticos desfilaban los rutilantes nombres de directores como el austríaco Joseph Von Sternberg (1894-1969), el soviético Sergei Eisenstein (1898-1948) y Rouben Mamoulian (1897-1987);  y actores como George Bancroft (1882-1956), William Powell (1892-1984), Emil Jannings (1884-1950) y Milton Sills (1882-1930) .

No es maravilla que para mí el punto meridiano del cinematógrafo no esté en el provenir sino en el pasado. Ese apogeo, ese paraíso perdido, corresponde a la etapa inmediatamente anterior a la edad sonora, y su punto más alto sería el de Joseph Von Sternberg” expresaba Borges.

Fiel a su naturaleza indiscernible y provocadora, Borges se permitía opinar que “Buster Keaton era muy superior a Charles Chaplin, que toda la vida me pareció malísimo, aunque suene a herejía”. Con respecto a Psicosis  afirmó que fue “La única película que me ha inspirado terror”.

Del mismo modo, algunas producciones argentinas no fueron ajenas a su devastadora crítica. Sobre Martín Fierro de Leopoldo Torre Nilsson (1924-1978)  opinó que era “Una vergüenza ¿cómo puede hacerse un film tan lleno de colores y despliegue, de un libro esencialmente gris”. O acerca de Los muchachos de antes no usaban gomina  del letrista de tango y director Manuel Romero (1892-1954): “Uno de los mejores films argentinos, vale decir uno de los peores del mundo”. A diferencia de la película Prisioneros de la tierra (1939) de Mario Soffrici (1900-1977) que curiosamente le resultó muy buena.

En 1954 Leopoldo Torre Nilson filma Días de odio (basado en el cuento Emma Zunz de Borges). Y a raíz de esta película se cuenta la leyenda de que el director, al finalizarla,  le pidió disculpas al escritor y este sin inmutarse le manifestó que el título le parecía “largo e inútil” y que en cambio el de “Emma Zunz “ le gustaba más porque era “decididamente feo”.

Distinta suerte tuvo el director René Mugica (1909-1998) director de Hombre de la esquina rosada (1962) ya que a Borges el film no solamente le pareció excelente sino incluso superior al cuento: “Es curioso, ahora que mis fantasmas tienen rostro, no los puedo ver.”

En 1969 una breve incursión por la ficción científica representó la película Invasión,  escrita en colaboración con Bioy Casares y dirigida por Hugo Santiago (1939-2018). Según Borges, era un tipo de ficción distinta a la de H.G. Wells (1866-1946)  o Ray Bradbury (1920-2012) 

Para la filmación de El muerto (1975) se recuerdaque el director Héctor Olivera escuchó con una gran dosis de paciencia, las sugerencias borgeanas: “Tratar de evitar el excesivo color local y que el ambiente donde transcurre la acción deje a un lado jineteadas y guitarreadas”.

Si bien Borges hablaba de utilizar sus cuentos como punto de partida y dejar el resto a las ideas del director, esto no significaba modificar el cuerpo del relato o al menos añadir situaciones que en nada tenían que ver con el original. Y en particular, tratándose de Borges, si esas escenas lindaban con la obscenidad. Este detalle viene a raíz del estreno de La Intrusa en 1980, de Hugo Christensen (1914-1999). El mismo director destacó que este film representaba lo más importante de su vida porque desde su adolescencia nunca había dejado de leer a Borges. Pero el escritor, se despachó a gusto: “En el caso de una película que estrenaron, me parece laudable la censura. Hay un señor, Christensen, que ha tomado un cuento mío y lo ha enriquecido introduciéndole la sodomía y el incesto. La película es realmente ridícula. Hay una actriz que se ha resignado a que la fotografíen desnuda y hay dos señores, también desnudos, que avanzan hacia esta señorita, que los espera equidistiante y horizontal y entonces inventan la forma quizás más incómoda del acto sexual: que sea simultáneo. Cuando yo dije en el cuento que ellos la compartieron, no quise decir al mismo tiempo…”

Para el anecdotario final, recordamos una breve referencia acerca de la película Performance (1970) dirigida por el pintor y cineasta escocés Donald Cammell(1934-1996) . Aquí la espectral presencia de Jorge Luis Borges aparece como clave interpretativa del film. En la primera media hora un actor  lee en un automóvil su “Antología Personal”, en otra escena aparece un retrato del escritor y, acaso lo más extraño, en otro fotograma, Mick Jagger invoca en un discurso a “Tlon Uqbar y Orbis Tertius”. Es de hacer notar que al momento de su estreno, Permornace no fue exhibida en Argentina ya que la censura advirtió que había muchas, demasiadas drogas en ella…

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Carlos Parodi

IG: Carlos Parodi.64

Nota del autor: Esta columna, inédita hasta hoy, fue escrita en septiembre de 1991y destinada al número cero de una revista de cine… que nunca salió a la luz. Para la redacción original de la misma, se utilizó el procesador de textos “DOS”. En tal sentido, la redacción y la mayoría de las citas bibliográficas fueron recopiladas por el autor en el marco de los testimonios de diarios y revistas publicadas hasta 1991. Para la presente publicación (aumentada y corregida) fueron consultados otros datos de carácter historiográfico, en los libros “Borges y el cine” de Eduardo Cozarinsky,  y “Borges va al cine” (2010)  de Gonzalo Aguilar y Emiliano Jelicié. ————————————————————————————–

Editor EM