ActualidadNOTA DE LA SEMANA

Instante de verdad

Por Eduardo Sanguinetti.- Javier Milei, ungido presidente de Argentina, referente del tilingo/cipayo, inquisidor medieval, plagiario serial, ignorante y sobre todo grosero a la hora de balbucear alguna idea humillante, cruel, que legitima en acto, sin pausa ni tregua, en habituales prácticas sádicas y miserables, de deforestar cerebros colonizados, sin ninguna resistencia de sus víctimas, en estado paria.

Vanagloriándose, con sonrisa pintada a mano, de sus actos aberrantes, operados sin disimulo, destilando odio, resentimiento, violencia, hacia todo lo que sea feliz, saludable y digno, para la existencia de la ciudadanía, llevando a la Argentina a un estadio de vasallaje, degradación y destrucción, que anuncia la proximidad de las lágrimas.

Un final anunciado, llevado a cabo por un personaje sádico, como lo es Milei, con todos los condimentos que lo hacen merecedor entre otros calificativos, de ser un eximio practicante de sadismo, evidenciada en la irrefrenable tendencia de ejercer poder y control sobre los demás, una señal de alerta importante. Ve a las personas como simples objetos carentes de emociones o sentimientos, un rasgo común en los sádicos.

Y sumo otra visible patología, de este funesto presidente, devenido en un consumado sociópata, algo que debiera ser estudiado por grupo interdisciplinario de expertos, que dictaminen y diagnostiquen el peligro al que nos encontramos expuestos.

Jamás anarquista, no se confundan…

Pudibundo pequeño burgués traumado por razones varias, explicitadas en medios de manipulación, con patologías inocultables, materializando de modo repugnante, la eliminación de la vida y sus milagros, con fórmulas vetustas, de esclavitud y explotación… Que el pueblo acepta, sin levantar la voz, dócilmente, temeroso de las represalias que tomaran con quienes no acaten las órdenes del dictador obeso… Hay evidencias de que ya en un año y meses de haber asumido el gobierno represor, los castigos, que han sufrido quienes se atrevieron de modo casual a manifestarse en total libertad de expresión, fueron reprimidos salvajemente, el brazo de las fuerzas de seguridad, siniestras, cae como una sombra y presagio de sangre del ciudadano, en las calles.

Sin consultar con el parlamento, conformado por legisladores, ignorantes en mayoría, peones del obeso Milei, a disposición para lo que mande, se retira de la OMS (Organización Mundial de la Salud), poniendo en tela de juicio la efectividad de dicho organismo, fundado en 1948, luego que en plena pandemia, no dejó de lanzar frases laudatorias a dicha institución sanitaria, que hoy, en su laberinto mental lo acusa de organismo de «experimento de control social», proyectando el experimento devastador de control social, cultural, político y económico que lleva a cabo con la República Argentina y su pueblo, bastante manso a la hora de replicar de modo instantáneo su desacuerdo con las inequidades que instala este cerdito en la vida de una sociedad, silenciosa, ante las provocaciones de un líder que opina sin opinión, sin ideales, ni ideas, en nombre de la inclusión y la libertad inexistente, devienen exclusiones flagrantes. Cabe recordar que Argentina es parte de la OMS por la ley 13.211 y para cumplir la voluntad del Presidente, el Congreso debería derogar esa ley o el Presidente debería resolver vía DNU que también debería pasar por el Congreso.

Si, bola de sebo Milei, desea seamos soberanos como nación, sería coherente, algo improbable aplicar a este sádico humanoide, destructor de nuestra historia, que renuncie al FMI y la deuda que se tiene con ese organismo, ya que se califica como antiglobalista, y ese organismo es solo una agencia financiera global, pero hacen falta cojones para mandarse solito en esa épica y él capón no los tiene.

Desea desguazar el CONICET, aludiendo que este organismo tiene 25 por ciento de materias relacionadas con ciencias sociales, lo cual lo considero plausible, pues se forman profesionales humanistas, muy lejano mi parecer al de este improvisado panelista de show mediático, ignorante formidable, que es muy claro aplica sin pudor alguno, su resentimiento a todo lo que sea conocimiento y saber… Y le obsequio un dato al gordo Milei, la economía es una ciencia social, que lo tenga presente…

¡Che Milei!, la Batalla Cultural se libra en espacio del humanismo revolucionario, sin usurpar ideas y conceptos de la simulada batalla cultural disputada por superestructuras ideológicas, asimilando contenidos de tus discursos neofascistas 100 por ciento económicos, ignorando consecuencias socio-culturales atroces, que ya el pueblo lo está soportando de modo dócil y sin ánimos de inventarse victorias.

No hay posibilidad de comprender nada, en términos de razonabilidad, sin asimilarse al condicionamiento fantasmagórico de la corporación de medios porno de desinformación falaz y manipuladora y su relación criminal con los invisibilizados, víctimas propiciatorias de este enano obeso y sus sponsors.

Medios y establishment de delincuentes, incluidos políticos en oferta de temporada, produciendo entropía, ausencia de libertades, que propone este ridículo cerdo capón, que día tras día da su golpe de efecto, no vaya a ser lo olviden, es tan inseguro y procaz este líder de opereta.

Imitador en espejo lacaniano del emperador de Occidente Donald Trump, que no puede ocultar el desprecio que siente por este ejemplar de bofe de nuestra tierra… Pero, no nos engañemos, le sienta de maravillas este faro sin luz, un seguro ticket, para colonizar y plantar bandera de EEUU en Argentina y Latinoamérica. Hoy se navega con soltura en una vida vacua, frívola, jamás comprometida con la libertad en su concepción original, devaluando la verdad y el deber ser.

Se le escapa a este tiempo sin tiempo, actitudes plenas de dignidad y ética, en temple y conocimiento, en austeridad, coherencia en la acción y fidelidad a uno mismo siempre… Un instante de verdad equivale a la eternidad. Es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable, desechable perentorio, que anuncia la condena de los más débiles a una muerte asegurada, ya sea por enfermedades instaladas o ejecución directa.

«¡Estamos aquí, todos nosotros! “Los condenados”, con un pasado que nunca cesa, un futuro que nunca empieza, un presente que nunca acaba. ¿Dónde está la seguridad? ¿Qué protección pueden inventar que no se hayan imaginado ya? Es inútil pensar en la seguridad: no existe ni la más mínima.

No hay un lugar final donde retirarse… A no ser que nos quedemos quietos… Inmóviles. Si llegamos a hacerlo, sin perder el equilibrio, sin dejarnos llevar por la embestida, puede ser que seamos capaces de controlarnos y de esa manera actuar.

Desde el momento de despertarnos por la mañana, hasta el momento de acostarnos, todo es una farsa, una vergüenza, una estafa, todo el mundo lo sabe y todo el mundo colabora con la perpetuación del fraude. Por eso es que quizás, nos parecemos tan desagradables unos a otros. Por eso es por lo que es tan fácil organizar una guerra o una cruzada contra el vacío…

Si todavía pudiéramos creer en un dios, lo convertiremos en un dios de venganza. Pondremos en su ser el trabajo de limpiar todo a fondo.

No queremos un mundo nuevo.

No merecemos un mundo nuevo.

Queremos poner fin al quilombo que hemos creado…

¿Es buena esta mañana entre todas las mañanas? Estoy perdiendo el poder de distinguir una mañana de otra. En los archivos está metido el mundo de los animales que se extinguieron con rapidez.

Temibles humanoides, con zapatos de plomo y cráneos de vidrio traman el mundo de papel del mañana, un mundo totalmente hecho de deshechos.

Hoy todavía queda tiempo para asistir al entierro de los muertos recientes, mañana no habrá tiempo, puesto que los muertos serán dejados allí mismo donde caen y peor para aquel que derrame alguna lágrima.

Esta es una mañana tan confusa, que si fuera… no sería.

Toda nuestra vida se extiende en una ininterrumpida mañana, que arranca de la nada cada día. Un nuevo mundo está saliendo del huevo y a pesar de lo muy rápido que escriba, el viejo mundo no muere con suficiente rapidez… todos están alertas, la expansión del virus de la ignorancia, provoca una tensión delirante.

¿El presente? No hay tal presente. Hay un pasado y un futuro y el tiempo corre a través de ellos como una corriente eléctrica. El presente es una condición imaginaria, un estado de sueño: un Soluterionte.

Todos los límites se desvanecen y el mundo se manifiesta como el matadero demencial que es. El aire es denso y estático. No hay indicación de salida en ninguna parte, no hay demasiadas alternativas. Naturalmente entonces, aprendes lo que a todos los sensibles del mundo descubre tarde o temprano: que no existe infierno preconcebido para la humanidad.

Hechizados por los ritos, olvidamos que éstos nacen de la realidad y que no difieren fundamentalmente de ninguna otra forma de creación, salvo en lo que se relaciona con la sensibilidad misma de la vida.

Seguimos construyendo un mundo abstracto y deshumanizado con las cenizas de un materialismo ilusorio. Nos queremos probar a nosotros mismos que el universo está vacío y con ello justificamos el vacío de nuestra propia lógica. Queremos a toda costa conquistar, y seremos conquistadores, pero nuestra conquista será la muerte.

La partida ha terminado, las piezas han desaparecido, las líneas se han borrado, el ajedrez se humedece… todo se ha vuelto bárbaro.

Te sientas en medio de un río llamado Nostalgia. Un río lleno de recuerdos recogidos entre los restos del naufragio del mundo. Recuerdos de bandadas de pájaros fugitivos que construyeron una y otra vez nidos que fueron destruidos, cáscaras de huevo aplastadas, animales con el cuello retorcido y ojos muertos clavados en el espacio.

Un mundo de esperanzas mutiladas, de aspiraciones sofocadas. Un mundo en que hasta el cálido hálito de la vida tiene que transitar de contrabando, en que se cambia moneda, por un metro de espacio, por un poco de libertad.

Todo se combina en un paté-familiar, que se traga en una hostia sin gusto. En cada bocado, van cinco mil años de amargura, cinco mil años de cenizas, de cáscaras de huevo aplastadas.

En el profundo sótano del corazón del hombre, suenan dolorosas notas de olvido. Sigan construyendo ciudades enormes y elevadas. Sigan trabajando sin saber para qué. No dejen de dormir ni una de sus acostumbradas noches sin sueños.

Por debajo de esta tierra que pisamos, vive otra raza de hombres. Son grandes, sombríos, apasionados. Se abren paso hasta las entrañas de la tierra. Esperan con una paciencia aterradora. Son los vengadores de lo sin sentido. Van a emerger cuando todo se venga abajo y quede reducido a polvo.»

En estas palabras escritas en 1984 y publicadas en una novela a la que titulé “Morbi Dei”, publicada en 1984, avizoro un porvenir que es hoy, pleno de caos y pestes que asolan a una humanidad que se ha cocinado una existencia sin destino ni sentido.

Debo ser hoy, muy preciso al verificar la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la resistencia, modificando rumbos en actos de vida y maneras y modos de relación. Hoy, es el único referente lúcido para preservar el futuro, nuestro futuro que se avizora eutanásico, frente a la instalación de gobernantes con aspiraciones imperiales, en nombre de una democracia inexistente, sin sensibilidad del instante para resolver los esenciales problemas de la humanidad, haciendo estragos en vidas y sobrevidas de pueblos enteros, ya de por sí degradados por el sistema que reina en el planeta, el totalitarismo ultraneoliberal, que con su política de exterminio, logró que se retrocede a tiempos del medioevo, de la inquisición, pero ya no en nombre de un dios vengativo, sino con el orden impuesto por los mercados, que en lo económico ha provocado por crisis del coronavirus una caída de resultados impredecibles, aunque ya nada me llama demasiado la atención.

De todos modos, nadie levanta la voz en ningún espacio del acontecer de un país de tendencia burguesa, «medio pelo», que se cocina un porvenir sufriendo, con dolor e ignorados por los poderes disfuncionales, ante las provocaciones devenidas en insultos verbales del enano obeso Milei, a quién se le ocurra, ante una audiencia conformada por manada mansa que asiste dócilmente y cierto placer masoquista a su exterminio… Este ignorante, de espaldas a la justicia social, el cambio climático, sólo dando espacio al déficit, que en realidad se hace concreto en la ausencia de alegría, talentos en fuga o silenciados, la salud degradada, educación deteriorada… ¿Desean ustedes esta porquería como modo de ser y estar en esta tierra?

Hemos descubierto que también estamos sobreviviendo por encima de nuestras expectativas, colapsando servicios sanitarios que son víctimas en el gobierno de este tal Milei, en Argentina… Ajustando criminalmente a un pueblo en el límite de sus fuerzas, de todos modos, vocifera a viva voz: vamos a morir. Al menos nos hubiera dejado tiempo, esta mascota del imperio, para preparar nuestro cuerpo para los gusanos. Ya no hace falta que se discutan en centros internacionales de exterminio una Ley de Eutanasia, el totalitarismo llegó para ahorrarles la molestia de tomar decisiones un tanto antipáticas para los, aún, dueños del mundo y sus acólitos.

(*) Filósofo (Cambridge, Inglaterra), poeta, performer, ecologista, artista y periodista argentino. Pionero en el arte performativo. Precursor del minimalismo en América Latina y del Land Art según Jean Baudrillard. Autor del «Manifiesto de los indignados contra el neoliberalismo» año 2011. Miembro-asesor de The World Literary Academy (Cambridge, Inglaterra), «Biography of the year Award» Historical Preservation of America (1986), «Man of the Year» IBC Cambridge 2004, Honoris Universidad de Bologna, Nominado en dos ocasiones a la Beca Guggenheim. Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). 

AGP

Editor: EM