Juan Jacobo Bajarlía, fundador de memorias
Por Eduardo Sanguinetti (*), especial para Patagonia Rebelde Digital. La “imagen del presente” que doy está basada en otra que, en mi opinión, es objetiva, histórica y revolucionaria, proyectada en la emblemática presencia de Juan Jacobo Bajarlía (1914–2005), quién fue una de las figuras menos conocidas y más influyentes de la literatura argentina del siglo XX, a quién recuerdo en escritura casual, en un tiempo donde tenemos una necesidad vital de ilusiones.
Hoy vivimos en una época en la que las ilusiones se han derrumbado, como todo lo instituido por talentos que construyeron una cultura en términos humanísticos, sin aversión por las diferencias, solo avanzar sobre la incertidumbre, logrando victorias que hicieron que en el siglo XX nos hayamos elevado en el espacio de la vida en libertad, milagros y signos de que otra realidad es posible.
Bajarlía, como no se ignora, incursionó en la ciencia-ficción, el género fantástico, la parapsicología, la narrativa de terror, la novela policial, el erotismo, la investigación histórica, el ensayo biográfico y la poesía. Fue introductor de las vanguardias en la Argentina, y tradujo del francés, italiano e inglés a autores como Aretino, Sade, Kandinsky, Ionesco y Tardieu. Publicó, entre otros, los libros Fórmula al antimundo, El día cero, Historias de monstruos, Drácula, el vampirismo y Bram Stoker, El endemoniado señor Rosetti, Vudú, secta asesina, Antonio Di Benedetto: diario de una agonía, El placer de matar, Alejandra Pizarnik, anatomía de un recuerdo, entre otros.
Tuve el placer de conocerlo allá por los trágicos años 70 del siglo XX, siendo este personaje, el impulsor para la edición de mi primer libro, «Escuchad Buena Gente», editado por Correo Editorial. dónde filosofía vocacional poesía y arte, conviven de modo experimental, según Bajarlía un «impreso laminado fundacional», que ha cedido espacio a mi obra futura, tanto en los espacios del pensamiento, las sound land art performances, cine, ensayos y novela, sin olvidar mis columnas de opinión en medios del mundo.
Fue un pionero del vanguardismo en Argentina. Entre 1948 y 1956, dirigió la revista Contemporánea, y en 1944, formó parte del Movimiento de Arte Concreto-Invención, junto con Gyula Kosice, Edgar Bayley, Carmelo Arden Quin y Tomás Maldonado, entre otros. En 1983, dirigió la revista Referente/el Ojo que mira.
Bajo el seudónimo de John J. Batharly, escribió novelas policíacas, incluyendo Los números de la muerte (1972), que fue reeditada con su nombre real en 1978. Esta última y El endemoniado Señor Rosetti fueron publicadas en México con los títulos de Vudú, secta asesina y Hombre Lobo: El endemoniado Señor. Rosetti, respectivamente.
Fue un pionero de la investigación parapsicológica en Argentina, participando en las primeras experiencias de parapsicología científica. Sus conocimientos lo llevaron a presidir varios congresos y a dar clases en diferentes instituciones. Además, es asesor en temas relacionados con la parapsicología.
Escribió Juan Jacobo Bajarlía en un artículo publicado por La Gaceta de Tucumán el viernes 22 de julio de 2005.
«Con la muerte en la pluma luchó contra la muerte. Contra la otra muerte. Contra aquella de la cual no se nace, esa otra que Antonin Artaud comparó con la mandíbula sin dientes pero con ojos trituradores».
El mismo día en el que el escritor y periodista murió en Buenos Aires a los 86 años de edad. Comienza la leyenda.
La potencia está en la historia de vida pero sobre todo en quien la escribe, eso permite oficiar de intruso, asistir a un evento privado, entender ese vínculo entre escritores cargado de metáforas, citas y poesía que puede tener una conversación. Este libro convoca a descubrir una intimidad que no tiene que ver con la confidencialidad de lo que se dice sino con la complicidad que sienten las personas que hablan.
Juan Jacobo Bajarlía, “Jean-Jacques” como lo llamábamos sus conocidos, fue un abogado criminalista, periodista y escritor argentino que formó parte de los primeros movimientos de vanguardia en Argentina. Fue amigo muy cercano de Alejandra Pizarnik, Leopoldo Marechal y Antonio Di Benedetto.
En la década del 70 ejerció como abogado de sus amigos escritores perseguidos: “Si yo me voy, los compañeros que confiaron en mí para defenderlos, ¿Qué van a hacer?” dijo.
Antonio Di Benedetto (Mendoza- 1922) es considerado uno de los mejores escritores de latinoamérica, reconocido tardíamente, perseguido y detenido por la dictadura militar de 1976 y exiliado.
Respecto a Antonio Di Benedetto: Diario de una agonía, en una entrevista realizada por Carlos Abraham en el año 2004, Bajarlía cuenta: “Mi familia era muy íntima de la de Di Benedetto: cuando íbamos de vacaciones a Mendoza nos alojábamos en su casa. Cuando el Proceso lo encarceló, Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges y otros escritores, entre los que me contaba, enviamos cartas a los diarios solicitando su liberación. Pero no sabíamos dónde se encontraba. Un día, un hombre me trae un papelito muy sucio. Era una carta de Di Benedetto, dirigida a Vulcano Zavalía, uno de mis seudónimos. Lo que ocurrió fue lo siguiente: cuando en los presidios liberaban a un preso político, lo desnudaban y revisaban para evitar que llevará información o correspondencia. Di Benedetto le pide a un recluso a punto de ser liberado que lleve una carta a un amigo abogado, de nombre Juan Jacobo Bajarlía. El recluso escondió la carta en su ano y pudo sortear la revisión. De esta manera, conseguí saber dónde estaba preso y puede ayudar a liberarlo. Se le permitió optar por el exilio y vivió varios años fuera del país. Pero era un hombre destruido. El largo encarcelamiento y las torturas lo habían hecho envejecer mucho”.
El libro de Bajarlía aborda distintos aspectos de la vida de Di Benedetto que profesionalmente parecieran estar integrados en la dedicatoria de Zama (1956): “A las víctimas de la espera”.
Relata en varios formatos los últimos años de Di Benedetto desde la detención, posterior liberación y muerte, una etapa agónica cargada de derrotas, supervivencia y espera.
Di Benedetto fue detenido en la madrugada del 24 de marzo de 1976, fue conducido al Liceo Militar de Mendoza, luego trasladado a la Unidad 9 de La Plata, lo liberaron en 1977, se exilió en España, volvió con la democracia pero nunca pudo recuperarse de ese periplo y de los golpes que había recibido en prisión, falleció en el Hospital Italiano el 10 de octubre de 1986.
Este libro comienza con un papel que le llega a Bajarlía: En el interior solo había un fragmento de papel de diario en el que, en letras diminutas escritas con birome, decía “Necesito abogado para optar salir del país”. y más abajo, Unidad 9. A. Era la letra de Antonio Di Benedetto.
Bajarlía reúne una serie de textos en los que logra desarrollar su tesis: “Fue el protagonista absoluto de todos sus argumentos” de esta manera no solamente cuenta los hechos reales sino que analiza la obra y hace un paralelo con la vida del escritor.
Confesiones, discusiones literarias, nombres propios, recomendaciones de trabajo, devoluciones de escritos entre ambos, sueños, conversaciones en Guerrin, críticas y hasta una breve autobiografía de Di Benedetto, constituyen este hallazgo que tardó en publicarse más de treinta años, editado hace no demasiado tiempo por Mil Botellas.
Antonio Di Benedetto: Diario de una agonía es un libro de finales, “Di Benedetto murió muchas veces, tantas como las de los protagonistas de sus novelas “ dice Bajarlía, pero sobre todo es un libro de amistad. Ese vínculo capaz de trascender la muerte y perdurar en la palabra de aquel que recuerda.
Precisamente fue gracias a Jean-Jacques que quien esto escribe conoció y pudo compartir con di Benedetto los días previos a iniciar su exilio en España.
Uno de los poemas más recordados de nuestro vanguardista es el que dedicó al escritor Haroldo Conti secuestrado y desaparecido durante la última dictadura: «Un día entraron/ eran cinco aparecidos llegados del infierno/ con el olvido a cuestas y la voz en los puños./ Las paredes se humedecen de llanto/ de finas garras de sangre/ de flores negras que brotaban impregnadas de fuego./ Las tinieblas jugaban al destino en la cabeza/ de los cinco aparecidos./ ¿Por qué me llevan?»
Con la democracia y el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín, Bajarlía usó la tribuna que le fuera ofrecida en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 1984, espacio donde fue el presentador de mi ensayo «Alter Ego» (Ed. Corregidor), para exponer su idea del «exilio interior»; aquel que fuera sufrido por quienes no salieron del país pudiendo hacerlo a pesar de haber sufrido persecuciones y censuras, como fue su situación. En ese primer momento el criterio de «exilio interior» no fue bien recibido por sus colegas leguleyos y escritores del sistema, asimilados al silencio al jamás «jugarse por las verdades que se ocultan».
Horas duraron las reuniones en el café situado en la planta baja del edificio donde Bajarlía tenía su estudio de abogado penalista y criminólogo. Acompañándolo allí lo recordamos -siempre callado, concentrado en sus labores también de abogado- a su hermano Samuel.
En torno a las cinco de la tarde, Jean-Jacques «bajaba» al café. Allí ya podía estar alguno de nosotros esperándolo. El encuentro -salvo que el autor de Drácula, el Vampirismo y Bram Stoker tuviera que dar una conferencia, participar en una mesa redonda o un curso- duraba hasta poco antes de las veintiuna, momento en que partía a la frugal cena hecha por Enriqueta Mayo, su mujer que lo esperaba en su casa.
En esa mesa pude conocer a Héctor Lastra ya consagrado novelista que también había conocido los problemas de la censura en 1973 cuando publicó La boca de la ballena, que fue prohibida por el gobierno municipal de entonces y simultáneamente galardonada con el Tercer Premio Municipal; al periodista, crítico y escritor Juan Carlos Licastro quien conducía el programa «Informe sobre Buenos Aires» en la entonces Radio Municipal y otros tantos talentos que ya no desandan los senderos esencialistas de esta tierra. Porque si bien había sido un ávido lector de las obras completas de Sigmund Freud en la prolija y completa edición realizada por la porteña empresa Santiago Rueda Editor así como también de Psicología y Alquimia, La interpretación de la Naturaleza y la Psique y otros textos de Carl G. Jung; Juan-Jacobo supo abrevar ni bien pudo en Jacques Lacan (el parisino reflector del Psicoanálisis freudiano y expulsado de la Asociación Psicoanalítica Francesa) encontrándolo «esclarecedor y fascinante» para usar sus propias palabras.
Juan Jacobo Bajarlía, en este tiempo donde recuperar la memoria de las “Generaciones perdidas” deviene en una épica, que responde a un plural que permite disecciones reductoras. Primero, remitiéndose a tiempos de dictadura cívico-militares, a aquellos que “perdieron” la lengua (Héctor Bianciotti, ‘Copi’, Rodolfo Wilcock y Néstor Perlongher); segundo, aquellos que “perdieron” la vida (los desaparecidos Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Roberto Santoro, Francisco “Paco” Urondo); tercero los que “perdieron la patria” (Antonio Di Benedetto, Daniel Moyano, Osvaldo Lamborghini)…
Nosotros, los desaparecidos en democracia, pertenecemos a la “Nueva Generación perdida”, y nos relacionamos con la filosofía, la literatura y la cultura de este tiempo, intentando accionar desde un nuevo espacio, donde todos los seres que aman la verdad, la armonía y la libertad, sin precios a pagar, podamos tener un sitio, gracias a seres como lo has sido tú Juan Jacobo Bajarlía, con pasión, vocación y talento superlativo… Tanto para agradecer que haya sido ese fundacional trascendente, que has dado espacio a seres como quién escribe estas líneas plenas de sentido y destino… Y dejó palabras que sintetizan el sentir mío y de muchos que siempre bregamos por un mundo donde la poesía tenga sitial de honor, y los espectros acudan con sonrisas dibujadas al banquete de la vida preñada de cultura, del que has sido oficiante de la ceremonia que no debe jamás finalizar, pues el lenguaje es la base de la narrativa que podría ser de utilidad para asimilarse a una propuesta plural, profundamente antipolítica y por ende, antiautoritaria, en formato performativo que Jean Jaques nos ha dejado . «…la palabra se esconde en lo más profundo del corazón y para hallarla es necesario que la sangre suene en el canto de los pájaros.»
Este texto forma parte de una biografía sobre el trascendente Juan-Jacobo Bajarlía, que el escritor Antonio Las Heras está realizando y que me ha solicitado participar, en el pasado mes, dada mi relación con tan prominente personaje de nuestra cultura que ha sido y es Juan-Jacobo Bajarlía.
(*) Eduardo Sanguinetti: Filósofo (Cambridge, Inglaterra), poeta, performer, ecologista, artista y periodista argentino. Pionero en el arte performativo. Precursor del minimalismo en América Latina y del Land Art según Jean Baudrillard. Autor del «Manifiesto de los indignados contra el neoliberalismo» año 2011. Miembro-asesor de The World Literary Academy (Cambridge, Inglaterra), «Biography of the year Award» Historical Preservation of America (1986), «Man of the Year» IBC Cambridge 2004, Honoris Universidad de Bologna, Nominado en dos ocasiones a la Beca Guggenheim. Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).