La Organización Mundial de la Salud, una organización sospechosa…
Por Dr. Antonio Las Heras.- A partir de la cuarentena mundial, que surgió por indicación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta entidad comenzó a tener la atención de la gente. Antes – por lo habitual – era un tema por el que se interesaban sólo quienes, de una manera u otra, se ocupan de la salud humana.
A partir de la cuarentena mundial, que surgió por indicación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta entidad comenzó a tener la atención de la gente. Antes – por lo habitual – era un tema por el que se interesaban sólo quienes, de una manera u otra, se ocupan de la salud humana. Pero, con todas las cuestiones surgidas sobre las seguridades, dudas e incertidumbres en torno a las vacunas para el Covid 19, la mirada hacia la OMS se hizo más directa por parte de la gente.
De por sí, podemos sostener que lograron algo que nunca había sucedido: que surgieran sospechas sobre cuál era la intención puesta en vacunar a todo el mundo. No fueron pocas las voces de científicos acreditados manifestando la inconveniencia de inyectarse esas vacunas. Algo impensable hasta ese momento. Las vacunas aparecían, en la mente de todos, como elementos indispensables e idóneos para evitar contraer enfermedades. Quienes ya contamos con unas cuantas décadas en nuestro haber, tenemos buena memoria de lo útiles que fueron las vacunas Salk y “la Sabin oral” para que nuestros padres tuvieran la tranquilidad de que no tendríamos parálisis infantil.
Todas esas certezas comenzaron a diluirse tras la pandemia. Surgieron comentarios – fundamentados, como hemos dicho, por científicos de prestigio – indicando que estas vacunas – surgidas de un día para el otro – podían generar trastornos a quienes habían sido inoculados. El sólo hecho de que en numerosos países del mundo – incluida la Argentina – se estén desarrollando juicios penales iniciados por quienes piensan haber sido perjudicados por efectos indeseados de estas vacunas contra el Covid 19, ya muestra un cuadro impensado en otros tiempos. Hay sospechas. Y eso hasta el presente nunca había sucedido.
La pandemia concluyó. Pero la OMS buscó dar un paso más. Pidió un acuerdo mundial para que fuera esta entidad la que decidiera si tal o cual nación debía entrar en aislamiento pandémico. Dicho claro, preciso y concreto: que un Estado soberano cediera tal soberanía a este organismo y desde el mismo se decidiera qué tenían o no que hacer sus habitantes. No es necesario ser muy imaginativo para encontrar íntima relación entre esto y el “Gobierno Mundial” descripto por George Orwell (1903/1950).
La Argentina expresó su voto en contra del Tratado de Pandemias de la OMS, que – como decimos y subrayamos – buscaba nada menos que instalar un acuerdo internacional para que las autoridades de dicha entidad pudieran imponer, sólo con su criterio, cuarentenas en los países que les pareciera necesario, quedando esto por encima de la decisión soberana de cada gobierno. De más está señalar que las autoridades legalmente constituidas de dicho gobierno quedarían impedidas de hacer cualquier cambio o modificación a lo decidido unilateralmente por la OMS.
Si uno busca en la página web de la OMS, leerá algo que, en principio, puede parecer razonable. Dice:
“Los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud han acordado poner en marcha un proceso mundial para redactar y negociar un convenio, acuerdo u otro instrumento internacional en el marco de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud para fortalecer la prevención, preparación y respuesta frente a las pandemias.”
Pero, por ejemplo, el artículo 8 del Tratado de Pandemias dispone «la aceleración de la aprobación y concesión de licencias de productos novedosos para el uso de la emergencia durante la pandemia.” Ciertamente la expresión “productos novedosos” parece más adecuada para la venta de ropas y calzados que en el marco científico. ¿Y qué es eso de “aceleración de la aprobación.”? ¿Cómo se va a acelerar algo que requiere del suficiente tiempo de investigación, desarrollo y comprobación de beneficios? Demasiado mercantilistas estas expresiones.
Catherine Régis, profesora titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de Montreal y codirectora del Centro de Política, Organizaciones y Derecho de la Salud, expresó: “No es posible que la OMS, independientemente de cualquier tratado, gobierne de facto a los Estados, sin pasar por los gobiernos/parlamentos”.
El Ministerio de Salud de la Argentina, que estuvo representado en la Asamblea Mundial de la Salud por Silvia Prieri. Y desde esa área se transmitió que “nuestro país no suscribirá ningún acuerdo pandémico que pueda llegar a afectar temas de soberanía nacional y las capacidades existentes”.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, confirmó que la Argentina no adhiere al Tratado sobre Pandemias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Señaló: “Esta decisión se comunicó en la Asamblea Mundial de la Salud que se realizó en Ginebra, Suiza, donde autoridades del Ministerio de Salud de la Nación y de Cancillería Argentina dejaron en claro que nuestro país no suscribirá ningún acuerdo pandémico que pueda afectar la soberanía nacional. En Argentina las decisiones las toman los argentinos.”
“No tenemos que adherirnos a ninguna sugerencia de un grupo de países. Tomaremos nuestras propias decisiones ante un evento que puede no darse nunca, como la existencia de una pandemia”, finalizó.
El tema es especialmente delicado pues, si bien la palabra oficial de la OMS es que lo buscado persigue un acuerdo dónde la soberanía de cada Estado permanece incólume, esto no queda claro en el texto concreto. El cual, dicho sea de paso, ya ha sido modificado en varias ocasiones.
Concluidas las recientes deliberaciones, la OMS anunció que los 194 estados miembros de la Naciones Unidas acordaron y adoptaron enmiendas a los Reglamentos Sanitarios Internacionales (RSI). En cuanto al tratado pandémico, el acuerdo será propuesto, nuevamente, dentro de un año. En esto no hubo acuerdo. Y es allí, precisamente, donde el texto hasta ahora laxo no deja aclarado que la soberanía en las decisiones sigue siendo de cada Estado firmante.
Resulta llamativo que el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, haya afirmado que una próxima pandemia es inevitable y que la adopción de estos acuerdos hasta ahora no concretados es un paso crucial hacia lo que evitará una repetición de los devastadores efectos de la Covid-19. Exactamente dijo: «otro patógeno emergente con un potencial aún más mortal» permanece, por lo que pide a la comunidad internacional que se «prepare» ante la posibilidad de que emerjan nuevas pandemias. En su opinión, «cuando llegue la próxima pandemia, que lo hará, debemos estar preparados para responder de manera decisiva, colectiva y equitativa.»
Insistimos. Si es tan seguro que este patógeno “aún más mortal” que el Covid 19 habrá de manifestarse, ¿cómo es que no se nos informa de qué se trata, qué se está haciendo para evitar que acontezca y cuáles son sus características? Una vez más pareciera que lo único que interesa es producir millones y millones de vacunas para vendérselas a las naciones.
A más, corresponde agregar que la adopción de los RSI fue controvertida. La decisión fue tomada bajo «consentimiento tácito» al final de la conferencia, lo que para algunos viola varias secciones de los reglamentos y la constitución de la organización, como el requerimiento de una votación formal. Además, el borrador final de las enmiendas fue presentado justo antes de su aceptación, sin suficiente tiempo para que los estados consideraran sus implicaciones. Algunos países, como Eslovaquia, han rechazado las regulaciones, y otros han expresado reservas y la necesidad de una aprobación específica por parte de cada gobierno.
Para finalizar, una cuestión no explicada hasta la fecha. Durante décadas no hubo pandemias mundiales. De pronto, surge una. Y resulta que, con todo el desarrollo tecnológico y científico con que contamos como nunca antes en toda la Historia de la Humanidad, habría que ya irse previniendo para el surgimiento de otra pandemia peor aún que la que ya pasamos. La OMS debería explicar, de manera precisa y concreta, por qué esto empieza a desencadenarse en este siglo XXI. No sea que pensemos – se nos tildará de conspiracionistas, pero aceptamos el reto – que se trata de un nuevo gran negocio que permite obtener extraordinarias ganancias a unos pocos y mantener el sentimiento de pánico en la población.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, filósofo e historiador. “Psicología junguiana”, es uno de sus reciente libros. e mail: alasheras@hotmail.com