Qué negoció Cristina Kirchner con la jueza Servini de Cubría para bajar la lista de Quintela en la interna del PJ
La magistrada exigió una serie de puntos para fallar a favor de la ex presidenta y hacerla zafar de tener que afrontar las primeras elecciones internas del peronismo en 70 años de historia.
Alberto Samid dixit: «Ricardo Quintela juega a no jugar». Hace tres semanas, número más número menos, el 99% del peronismo, de otros partidos y analistas políticos probablemente compartían la reflexión del carnicero matancero.
El Gitano, como casi todo mundo llama a Quintela cuando él no está presente, hizo lo que nadie pudo y casi nadie se animó a hacer: plantarse de manos al poder de Cristina Kirchner. Desafiarla y chicanearla en público, no atenderle el teléfono y hasta lastimarla como ningún otro político peronista pudo, quizás sólo comparable con el voto no positivo de Julio Cobos.
El gobernador del Noroeste puso primera pidiendo permiso a medio mundo, con el GPS apuntando a la presidencia de un PJ deformado por el desorden y la falta de liderazgo, una escenografía que parece no cambiará demasiado tras la decisión de la jueza María Servini de Cubría de regalarle a Cristina la posibilidad de ser electa sin que los peronistas vivos y registrados la voten o rechacen.
Lo que en realidad la jueza de 87 años hizo (el kirchnerismo le permitió convertirse en la más longeva del poder judicial argentino violando los límites de edad impuestos por ley para casi todos sus colegas) fue zafar a Cristina de ser, en 70 años de historia peronista, la primera presidente del PJ sometida al voto de los afiliados por los rechazos internos.
Una porción del PJ que podría ser considerable no la reconoce como la líder que el partido necesita para controlar y disputarle el poder al Presidente Milei.
Con un swing perfeccionado con casi 60 años de entrenamiento, Servini marcó el ritmo de la negociación durante casi tres semanas. Hubo aprietes, ofrecimientos varios y hasta alguna amenazas. En resumen, le exigió a los operadores judiciales de Wado de Pedro, que le limpiaría el camino de toda competencia a Cristina si nadie cuestionara su fallo.
«En esa reunión con el Gitano, la Chuchi se dio cuenta de que el riojano sabía que perdería la elección, pero sentía que ya había ganado por el patetismo en el que está el peronismo. Además, se ufanaba de ser el primero que logró descolar a Cristina, cosa que es absolutamente cierto», le dice a Clarín un ex funcionario K de varias gestiones que habló con los protagonistas de ambos lados.
Ese día martes, Quintela había llegado a Buenos Aires con el avión privado de su provincia (en los últimos tres meses le hizo al aeroplano más horas de vuelo desde que fue comprado hace 5 años) para una reunión privada con varios intendentes del Conurbano. La tuvo que suspender por el llamado de la jueza.
Luego, el jueves a media tarde, como el periodista Pablo de León describió en Clarín, Quintela terminó de cerrar la negociación con José Mayans. El único senador del Frente de Todos que sigue llamando ex Presidente a Cristina (sin la a), anotició al gobernador el fallo de la Chuchi.
Mayans habría tenido la promesa de Quintela de que acatará el fallo de Servini, Pero sí mantendría su oposición de no reconocer la lista de la ex presidenta. Se verá, si como dicen, la semana que viene allegados al riojano se suman a la nómina de la ex presidenta, como ella le habría ofrecido ante de la guerra.
«Para que nos bajemos, nos propuso el oro y el moro. Primero, la vicepresidencia y el 25% de los cargos. Luego, el 50% de los cargos. El finde pasado, también le sumaron la presidencia de la Sindicatura General de la Nación», detalla otro ex funcionario del último gobierno kirchnerista.
La lista de ofrecimiento llegaban de la boca del Juan Manuel Olmos, convertido como en manager del telemarketing cristinista, como antes lo fue de Alberto Fernández.
Incluso en La Cámpora, obvio sin levantar ningún tipo de perdiz, admiten que el desgaste que Quintela y los que la apoyan hicieron sobre la figura de la ex presidenta fue tremendo. Obvio, culpan a Axel Kicillof, pero también a muchos intendentes del GBA y otros gobernadores.
Dato mata relato: toda la novela de las elecciones del PJ se emitieron sin que ni un gobernador peronista diga en público una sola palabra directa en apoyo a la candidatura de Cristina.
Cristina perdió ganando. En la política y más en el peronismo, dicen los más curtidos, de eso no se vuelve. «Decidió ampliar su maternidad a todo el grupete de Máximo. Se convirtió en la jefa de La Cámpora para dar la pelea interna, no para hablarle a la gente y sus problemas. Ofreció un show como protagonista que le dio rating a Milei. Muchos que la queremos y respetamos, estamos defraudados»; reconoce un altísimo jefe peronista bonaerense que, como muchos otros, tiene fotos con la ex presidente en su despacho.
Dato menor, pero no tan menor: Cristina siempre detestó recibir a dirigentes para apuntalarlos, cosa que no para de hacer, pero ahora obligada para sostener su poder. «Hizo, al menos, una 20 reuniones en las últimos dos semanas. Todas con fotos y marketing. Yo estuve en una de ellas. Me extrañó que quiera ser presidenta del peronismo sin que los afiliados votemos pero no tiene una sola foto del General en su impoluta oficina blanca»; indica un viejo dirigente con 25 años como congresal del Partido.
Mariano Roa / Clarín
Editor: EM