Laura Cerati recuerda a su hermano Gustavo, a 10 años de su muerte
(Por Marcelo Fernández Bitar).- El miércoles 4 de septiembre se cumple una década de la muerte del recordado músico Su hermana menor no suele dar entrevistas, pero habló y contó anécdotas de todas las épocas.
Este miércoles 4 de septiembre se cumple una década de la muerte del gran Gustavo Cerati, cuya figura luego siguió creciendo año a año, no sólo entre el público que lo vio en vivo como solista y con Soda Stereo, sino entre toda una nueva generación de fans que abrazan sus canciones como propias.
Un aniversario «redondo» siempre detona nuevos recuerdos y reflexiones sobre el tiempo transcurrido, y en el caso de Gustavo hay infinidad de anécdotas personales y públicas sobre toda su carrera, desde los primeros shows de Soda en 1983 y el debut discográfico en 1984 (del cual justamente se acaban de cumplir 40 años el pasado 27 de agosto), hasta su trágico accidente cerebrovascular en 2010.
Su música, sus letras y los innumerables videos y reportajes dados a lo largo de 26 años de trayectoria lo mantienen vivo, como una verdadera leyenda, un clásico del rock argentino y mundial. De hecho, un grupo de fans está juntando firmas para que la banda ingrese al Rock and Roll Hall of Fame, un reconocimiento internacional que aún está pendiente.
Sin embargo, salvo biografías muy exhaustivas, poco se sabe de la vida privada de Gustavo Cerati. Justamente una de las personas más indicadas para recordarlo es Laura Cerati, su hermana menor, que lógicamente no sólo vivió el crecimiento artístico de Gus, sino que trabajó con él desde fines de los años ’80, cuando su padre armó una editorial musical y fue mánager de Soda.
Durante estos últimos años, obviamente junto a Benito y Lisa Cerati, que son los herederos, Laura es la persona que autoriza cualquier tipo de actividad relacionada con la editorial que administra los temas de su hermano.
Estuvo presente en los preparativos del espectáculo Sép7imo Día del Cirque du Soleil, los compilados Infinito y Satélite, el lanzamiento del CD 14 episodios sinfónicos y el DVD Fuerza natural Tour en vivo en Monterrey, los recientes visualizers en YouTube, y algunos (no todos) de los tantos documentales que se han realizado, por ejemplo Bios de NatGeo.
La hermana menor
Laura es la menor de tres hermanos. Gustavo era el mayor de todos y nació en 1959. Después nació Estela, en 1962, y finalmente Laura en 1964.
«Gustavo siempre tuvo una buena relación -cuenta Laura- con las dos, tal vez de forma distinta, pero con las dos. Conmigo era bastante compinche y más cariñoso, y yo con mi hermana estábamos en cosas más de mujeres».
-¿Cuáles son tus primeros recuerdos: jugaban juntos y se peleaban como todos los hermanos?
-Jugábamos a cosas distintas, pero me acuerdo que él dejaba sus autitos en el cuarto y cuando se iba yo los agarraba y me ponía a jugar. Hay montones de anécdotas, pero ahora recuerdo especialmente de las vacaciones en familia, que era algo muy importante para mis padres. Nos íbamos un mes o a veces un poco menos, quince días, pero era un clásico, tanto en invierno como en verano.
Ahora se me viene la imagen de salir a la madrugada con el auto, que primero era un Renault 4L y después un Falcon. Gustavo siempre llevaba la almohada y los tres tironeábamos para usarla en el asiento de atrás. Lo mismo los fines de semana, cuando íbamos al parque Pereyra Iraola, a Parque Saavedra o a Aeroparque para ver los aviones. Siempre había una búsqueda del lugar verde.
-Imagino a tu madre detrás de esos planes.
-¡Y mi viejo también, absolutamente! Los dos eran cómplices en eso.
-Lo imaginaba más formal, siempre de traje.
-Al contrario, muy interesado en ir a un lugar con pasto. De hecho nació en Concordia, así que tenía la naturaleza y el río cerca. Más adelante, cuando yo tendría diez años, compraron un terreno en San Isidro que era un baldío y después construyó una una casita de fin de semana. Así que mucho verde y plantar árboles.
-Al tener cinco años de diferencia con Gustavo, ¿en la adolescencia no se distanciaron un poco, cada uno con amigos de su edad?
-Claro, sí. Me parece que fue así. Gus tenía otros amigos más grandes para las salidas y demás; cada uno tenía su grupo. Pero cuando nos mudamos a Villa Ortúzar era un barrio donde la gente salía y se juntaba en las esquinas, así que él iba mucho a la plaza y yo también. Era un lugar de encuentro de amigos, pero cada uno con su grupete y su independencia.
Además, él iba a otro colegio, distinto que nosotras. Pero siempre hubo complicidad y buena onda. La verdad que siempre me llevé muy bien con él.
Un hermano guitarrista y cantante
A comienzos de la década del ’70, Juan José y Lilian le regalaron a Gustavo Cerati una guitarra criolla de Antigua Casa Nuñez, seguramente por el hecho de haber notado que desde los 5-6 años le encantaba cantar. Nunca se imaginaron la dimensión que tomaría la explosión de creatividad que detonaron con esa idea. Ya era muy oyente de discos y pronto comenzó a profundizar su interés por la música intercambiando información con amigos del barrio.
En 1973, Gustavo comenzó la secundaria y descubrió grupos como Led Zeppelin y Deep Purple, además del rock sinfónico de Yes, Genesis y ELP. Del rock argentino le impactó especialmente La Biblia de Vox Dei.
«Recuerdo -dice Laura- que en casa había un combinado en el living, así que durante muchos años todos escuchábamos la música que se ponía ahí. Después llegaron los cassettes».
Dos años después, Gustavo tuvo su primer grupo, un quinteto llamado Koala, donde ya tenía una guitarra eléctrica. Y al terminar el secundario acompañó a la cantante Manuela Bravo y se sumó a otros grupos como E.T., Savage y Vozarrón, además de comenzar a estudiar en la Universidad de El Salvador, donde conoció a Héctor «Zeta» Bosio.
Según Laura, «Siempre era un los acontecimiento cuando tocaba en vivo, e íbamos con mis amigas adonde fuera, ya desde Vozarrón, que hacía jazz-rock. Era ir a ver a mi ídolo, mi gran hermano. Después se sumó más gente y había que compartirlo, pero mis amigos éramos todos jóvenes y era la misma movida, por ejemplo verlo con Soda en La Esquina del Sol».
-¿Gustavo se pasaba todo el día tocando a todo volumen, o se encerraba en el cuarto?
-Todo el día, sí, pero no en el cuarto sino en el living, que estaba apartado pero igual se escuchaba todo. Gus prefería tocar ahí porque al principio su cuarto era muy pequeñito, como en un pasillo, casi como el de Harry Potter debajo de la escalera.
-¿Te lo imaginabas como gran cantante o en casa solo practicaba la guitarra?
-En realidad siempre estaba tocando y cantando, desde chico, cuando ensayábamos canciones populares y las cantábamos en las reuniones familiares. Y él siempre dirigía porque nosotras hacíamos los coros. También tocó muchas veces sin cantar, pero siempre estaba todo junto.
-¿Te acordás del primer show de Soda Stereo que viste?
-La Esquina del Sol (N.deR.: En Guatemala y Gurruchaga, Palermo) es el lugar que más me acuerdo. Tal vez hubo algo antes, pero no lo tengo tan presente. Cada vez les iba mejor, estaban perfilando su lugar y Gus quería ponerse ropa más moderna, así que nos pedía ropa de mujer o lo que teníamos puesto.
-¿No tuvo resistencia de tus padres al dedicarse a la música?
-Más que resistencia, le pedían condiciones, como estudiar. Podía hacer lo que quería, pero siempre mientras estudiaba algo. Mi viejo viajaba bastante por trabajo y le traía discos o efectos para la guitarra, pero siempre estaba esa condición de estudiar.
Además, como todo joven, necesitaba generar dinero, así que trabajó en cosas bastante graciosas, como llenar cartuchos de tinta, ensuciándose las manos. Después se copó comprando herramientas para hacer pulseritas y venderlas en Plaza Italia. Y después trabajó en un laboratorio.
El éxito de Soda Stereo
Si bien Soda tardó casi un año entero en salir de la sala de ensayos en la casa del padre de Charly Alberti, rápidamente recorrieron el circuito under porteño y en 1984 pudieron grabar su primer disco. Lo que siguió, como se sabe, fue vertiginoso, rompiendo récords de venta y convocatoria a nivel nacional y luego internacional.
-Cuando se independizó, ¿Gustavo mantuvo las visitas familiares y almorzar los domingos, o estaba muy ocupado con Soda?
-Lo mantuvo. No se alejó para nada. En realidad la que primero se fue de la familia fui yo, cuando quedé embarazada. Él se quedó cuatro años más. Pero siempre mantuvo el tema de los domingos, tanto cuando estaba mi padre como después, cuando no estuvo. Eso se sostuvo como un cable a tierra, diría yo,
Me acuerdo que venía pasado el mediodía, después con todos sus hijos, por supuesto. El almuerzo era como un clásico familiar, tal vez italiano. Fue siempre algo importante para él y para todos nosotros.
-¿Es cierto que vos vendías el merchandising en los shows y te acompañaba tu hija Guada muy chiquita?
-Sí. Eso ya fue después de Nada personal, tal vez el Obras de Signos. No había casi nada acá, así que empezamos con una movida bastante novedosa, diseñando, cortando la tela y haciendo el estampado.
La gente empezó a comprar las remeras y después le encontramos la vuelta con los fans de cada lugar, que se encargaban de venderlas a cambio de un porcentaje.
-¿En esa época vos seguías con la psicología o solo trabajabas en la editorial musical?
-Acompañaba a mi padre y a Gustavo, entendiendo un poco de qué iba la cosa. Lo ayudaba con ir a las imprentas para hacer las partituras y transcribirlas. Después, cuando mi padre murió, tomé la posta de eso. Así que fui acompañando a mi hermano en todo.
-¿Te llamaba del estudio de grabación para hacerte escuchar los temas?
-No. En general nos traía los temas antes y nos hacía escuchar sus demos, así que siempre teníamos una opinión familiar sobre lo que iba haciendo. También los ponía para escuchar en los viajes en auto o cuando estábamos de vacaciones en Punta del Este. Ya después me los pasaba para hacer las transcripciones. Me acuerdo que en Siempre es hoy insistió que quería que entren todos los temas, ¡y eran 17 en total!
-¿Qué sentiste cuando en 2007 te contó que se reunía Soda?
-Increíblemente, a mí también me silenció ese tema. Se lo perdoné, porque entendí que tenía sentido que mantuvieran ese secreto, esa complicidad. ¡O tal vez lo hizo porque me conocía! Pero me enteré más sobre el pucho. Lo bueno es que la reunión fue después de haber hecho Ahí vamos y disfrutado muchísimo su parte solista. Eso estuvo bárbaro.
Fue lindísimo ese reencuentro y fue maravilloso lo que pasó. Y él mismo decía que quería que sus hijos pudieran ver a Soda en vivo. Podrían haber hecho más shows en River, pero pusieron un freno. Tampoco mi hermano dijo que seguro se iban a volver a juntar.
El legado de Cerati
-¿Cómo viviste esos últimos años de su carrera solista?
-La verdad es que todo fue muy intenso, cada disco, cada presentación. Y en algún punto fue vivido naturalmente. No fue que algo de pronto me sorprendió demasiado, a pesar que siempre es increíble si uno se lo pone a pensar un poquito más de afuera.
-¿Cómo describirías las distintas facetas de Gustavo, desde el neurótico obsesivo perfeccionista hasta el hermano mayor protector?
-Siempre fue alguien a quien le importó mucho su imagen física. Desde chico preguntaba «¿Qué me pongo?» y buscaba ver qué aprobación tenía. Luego tenía esta faceta de curioso, de investigar y querer saber más, en cada cosa que hiciera. ¡Y hacerlo bien y formándose! Estaba muy en la suya, en sus cosas, sus amores y sus diversiones, pero también era protector cuando uno lo necesitaba. Era muy perfeccionista y muy original.
-¿Cómo ves que fue creciendo la importancia y el legado de Gustavo?
-Es increíble. A pesar que su carrera siempre fue tan vertiginosa y popular estando él, la verdad es que los fans siempre están comentando algo y lo que sigue pasando sí es impresionante. Es increíble porque al haber hecho tanta buena música, la gente lo redescubre o los padres se lo transmiten a sus hijos y los chicos jóvenes lo descubren acá y en otras partes del mundo. Evidentemente sus letras son vigentes y siempre se meten en alguna instancia de la vida de cada quien.
-¿Cómo sigue el legado, qué se viene: más ediciones?
-Hay contenidos que se generan desde distintas plataformas y no los hacemos nosotros, pero en general es muy gratificante ver cómo lo arman y la pasión con la que lo hacen.
-Charly Alberti dijo que iban a sacar el primer demo.
-Sí, esas cosas van a suceder porque van a ir cumpliéndose los 40 años de cada disco, y hay un montón de cassettes e inéditos, por ejemplo de ensayos y cosas que mi padre y mi hermano guardaban mucho. Hay mucho material, obviamente, pero bueno, se irá viendo. Seguramente va a haber sorpresas para rememorar cada aniversario. Es un legado hermoso y lo tengo todo guardadito.
-¿Te gustó involucrarte en proyectos como el show del Cirque o lanzar un DVD?
-Al principio es una carga, por la incertidumbre que da cualquier plan, porque uno quiere que esté bien hecho y que esté a la altura. Por eso son muy poquitos los que hemos aceptado. Cuando nosotros nos involucramos, lo hacemos con mucho cuidado y siempre rodeados de la gente que él eligió, para ir más o menos mejor guiados y no meter la pata.
Siempre está la pregunta de cómo lo hubiera hecho él, y esa respuesta no está clara. Entonces vamos direccionando cómo podemos. Siempre pido disculpas cuando no acepto hacer algo, porque no es con mala intención ni mucho menos, sino tratando de ser lo más exigentes posible.
Psicóloga, actriz y tía
En paralelo a sus estudios de Psicología y su trabajo en Ediciones JJC, a Laura Cerati siempre le apasionó la actuación. Hizo teatro, animaciones infantiles, cine y en 2020 trabajó en la serie 100 días para enamorarse, por ejemplo.
«Hice teatro bastante tiempo -cuenta- aunque quizás fue más complicado después del accidente de mi hermano. En distintas épocas lo fui retomando como pude, pero no voy a castings. Cuando surge algo interesante, hago alguna cosa de actuación. Ahora hace un tiempo que no».
Confiesa que le encanta la actuación pero «todo me da vértigo, miedito», tal vez porque no está acostumbrada.
-¿Cómo ves la actividad de tus sobrinos?
-Son todos muy artistas, la verdad. Y muy capaces, curiosos y talentosos. Benito con su música es maravilloso, Lisa es impresionante, con una veta musical y también hace videos y dibuja. Mi hija es artista plástica y diseñadora de indumentaria.
Después están mis otros sobrinos, los hijos de mi hermana: Julián es un actor muy bueno y ahora puso un puesto de café con un par de socios jóvenes. Y después está Valentina, que es periodista y a la vez también es actriz. Así que cada uno en lo suyo. Obviamente está el «Cerati» que empuja a favor y también a veces lo complica.
Fuente: Clarín /AGP/
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