Secuestró y asesinó a su novia para que no se recibiera antes que él: el brutal femicidio que desató la furia en Italia
La mató con 20 puñaladas. La joven tenía 22 años, como él.
Una Italia en estado de shock recordó este sábado con centenares de manifestaciones masivas en todo el país el Día Internacional de repudio a la violencia contra las mujeres, en un doloroso recuerdo de Giulia Cecchettin, de 22 años, que debía retirar esta semana su título de ingeniero en informática en la Univerisidad de Padua. Su novio Fillppo Turetta, de la misma edad, exigió que no lo hiciera, la secuestró y huyó con ella mientras toda Italia siguió durante una semana la búsqueda.
En Roma, 60 mil personas marcharon por el centro hasta la plaza de San Giovani, frente a la catedral del Papa, obispo de la metrópoli.
Turetta mató con veinte puñaladas a Giulia, escondió el cadáver y huyó a Alemania, donde fue capturado y devuelto este mismo sábado a Italia en un vuelo militar especial.
El asesinato e Giulia fue el último de los 107 crímenes de femicidio que este año maridos, novios y ex han cometido en una escalada impresionante en Italia. Las características del caso han producido un verdadero estallido de indignación en el país como pocas veces se han visto.
Centenares de manifestaciones tuvieron lugar el sábado en el país, especialmente dominada por una mayoría femenina nunca vista, apoyadas por las características alucinantes del caso pora el resto de la sociedad.
En Universidades, colegios y escuelas se rindió homenaje a Giulia con un minuto de silencio. La novedad fue que espontáneamente la rabia femenina agregó otro minuto de “ruidos” para reflejar el repudio popular al fenómeno creciente de asesinatos de mujeres por parte de sus parejas masculinas, que se está propagando en muchos países del mundo.
Millones de jóvenes golpearon sus pupitres en universidades y colegios. Pero también en las marchas mujeres y hombres hicieron sonar sus llaves de casa para decir «¡basta!» a la violencia.
El sangriento femicidio
El joven asesino, también de 22 años, era considerado por sus familiares y amigos “un ragazzo de oro”. Su novia Giulia comentó a la hermana que estaba harta de la relación pero que no quería romper porque temía “que se hiciera mal”, como al parecer amenazó.
La historia tiene un fondo de machismo enfermizo que está envenenando fuertemente a la sociedad italiana. El país está golpeado por la razón del crimen: impedir que esta semana Giulia retirara su título doctoral en ingeniería informática.
Filippo Turetta sufría porque Giulia estaba por laurearse uno o dos años después de Giulia, quien rechazó en forma terminante las presiones de su novio de que evitara la ceremonia de laurea en la Universidad de Padua, una de las más antiguas del mundo, porque se sentía “disminuido”.
“Cada mujer asesinada porque es culpable de ser libre es una aberración intolerable pero me lleva a proseguir en el camino para frenar esta barbarie”, dijo la premier Giorgia Meloni, que hizo ya aprobar un paquete de medidas que hace más duras las penas y promueve acciones de protección a las víctimas.
En la noche del domingo 12 un vecino de Vigonovo, en la región del Veneto donde habita la familia de la víctima, sintió una discusión y ruidos violentos. Llamó la policía que cuando llegó encontró rastros de una agresión finalizada cuando Giulia fue golpeada y metida dentro del auto por su novio.
Tres días después, mientras el coche y sus ocupantes eran ya buscados en el norte veneciano, las telecámaras de un establecimiento industrial mostraron a Giulia que intentaba huir y a su novio que la golpeaba. Un guardia llamó a la policía.
Se cree que fue esa noche cuando Filippo mató a su novia, la llevó después hasta una zona boscosa y dejó escondido su cuerpo.
Un médico legal que lo examinó hace dos dias en una inspección cadavérica dictaminó que la joven había recibido unas veinte cuchilladas en diversas partes del cuerpo, sobre todo entre la cabeza y el cuello. Los médicos legales afirman que la pobre Giulia no murió inmediatamente, agonizó durante casi media hora.
La búsqueda parecía muy dificil, pero un perro policial logró olfatearla y llevó hasta el lugar donde se encontraba el cuerpo.
La búsqueda del asesino se multiplicó con más helicópteros controlando las carreteras de la zona, hasta que se anunció que Filippo habia sido arrestado en la vecina Alemania mientras huía. Se había quedado sin dinero y sin combustible.
«Maté a mi novia»
A los policias que lo arrestaron se presentó alzando los brazos. “He matado a mi novia”, les dijo. La orden de captura internacional ya circulaba por toda Europa y se dispuso acelerar todos los trámites de la extradición.
El avión militar enviado por los italianos a buscarlo llegó hoy al mediodía al aeropuerto de Venecia. Se supo que Filippo Turella se limitó a decir a la policía alemana que “pensé varias veces en terminar con todo pero no tuve coraje cuando me puse el cuchillo en el cuello”.
La inflamada reacción popular parece demostrar que por fin se ha decidido atacar frontalmente el fenómeno que crece año a año. El presidente de la Repúblia, Sergio Mattarella, dijo que “estos dramáticos hechos sacuden las conciencias del país”.
“Una sociedad humana inspirada en criterios de civilización no puede aceptar, no puede soportar el goteo de agresiónes a las mujeres, cuando no su asesinato. La pena y el dolor iremediables de las familias y comunidades heridas son la agonía de todos”, comentó el presidente.
Mattarella concluyó que hay que acelerar un camino en el que las mujeres y los hombres se encuentran para construir juntos una humanidad mejor, en la diferencia y en la solidaridad, conscientes que que no puede actuar sin respeto, sin la aceptación de la libertad de los demás”.
La extensión y la rabiosa reacción de millones de jóvenes hizo intervenir al Papa Francisco, que pidió este sábado “combatir la violencia contra las mujeres con una acción educativa que ponga en el centro a la persona y su dignidad”.
“La violencia contra las mujeres es una mala hierba venenosa que aflige a nuestra sociedad y que debe eliminada de raíz. Estas raíces crecen en el terreno del prejuiio y de la injusticia y se combaten con una acción educativa que ponga en el centro a la persona y su dignidad”, concluyó el Papa argentino.
- Julio Algañaraz / Clarín / AGP