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El inédito encuentro de Gustavo Cerati con Axl Rose: “Me usó de escudo humano”

El líder de Soda Stereo y el de Guns N’Roses tuvieron un peculiar encuentro de algunos segundos en Los Ángeles que quedó como una anécdota imborrable para el músico argentino.

Durante los años 90, Soda Stereo y Guns N’ Roses eran de las bandas más populares en toda Latinoamérica. En la década anterior, ambas se habían consolidado entre sus respectivos públicos; Soda con piezas como Cuando pase el temblorPersiana Americana y Corazón Delator, mientras que Guns hacía lo propio con un álbum debut lleno de éxitos como Sweet Child O’ MineWelcome to the Jungle y Paradise City.

Muchos creerían que ambos proyectos musicales eran diametralmente diferentes por tener sonidos casi opuestos, pero lo cierto es que tenían más en común de lo que se vio a simple vista. La última década del siglo XX sacó a relucir estas semejanzas, y la más evidente de todas era la tensión que había entre sus miembros. Para 1991, el baterista Steven Adler había dejado Guns N’Roses; un año después Izzy Stradlin colgaría la guitarra y Slash y Duff Mckagan también renunciarían en 1996 y 1998 respectivamente. Todos los miembros argumentaron lo mismo: la errática actitud del vocalista Axl Rose, quien reunió a un nuevo equipo de músicos y siguió con Guns N’ Roses sin demasiado éxito.

“No es que me fui de la banda, se trató de no querer ser parte de la banda que Axl estaba armando. Me dieron un contrato para unirme al nuevo grupo que él había armado, y ese fue el límite para mí”, dijo Slash en retrospectiva sobre su salida de GN’R.

Por su parte, Soda Stereo llevaba nueve años de una exitosa carrera, no eran escandalosos como los Guns y sus fanáticos estaban muy satisfechos con los shows que la banda daba en todo el territorio de habla hispana. Sin embargo, el bajista Zeta Bosio, el baterista Charly Alberti y el guitarrista y vocalista Gustavo Cerati se encontraban en un punto de quiebre debido a uno de los problemas más comunes dentro de las agrupaciones: el dinero y el reconocimiento.

“Zeta decía que el grupo debía firmar todas las canciones. Eso me parecía válido, siempre y cuando el esfuerzo fuera compartido, pero cuando soy yo el que está haciendo prácticamente todo, no me parece justo”, declaró Gustavo en una entrevista con RollingStone tiempo después de haber dado fin a Soda Stereo.

Fue así que después del lanzamiento del álbum Dynamo, Soda se tomó una pausa, la cual aprovechó Cerati para comenzar su carrera como solista en 1993 con Amor Amarillo. La agrupación regresaría en 1995 pero las tensiones continuaron, y para 1997, anunciarían su gira de retiro.

Años más tarde, ambas bandas lograrían limar sus asperezas (o muchas de ellas), pero es un hecho que terminar el siglo XX no fue nada fácil para ambos proyectos. Tanto Axl como Gustavo, fueron vistos por sus compañeros como los villanos mientras ellos se veían como víctimas; quizá fue por eso que el destino decidió unirlos de la forma más impredecible posible.

Un vestido y una fan obsesionada

Todo comenzó con un viaje a Los Ángeles. Cerati se encontraba buscando un vestido para su madre, lo cual el mismo describió como “una empresa por demás muy complicada” durante una entrevista radial. El músico se encontraba conversando con una mujer de origen dominicano que le estaba ayudando a encontrar el regalo perfecto para la mujer que dio a luz a uno de los artistas más amados de Argentina cuando de repente sintió como una persona lo tomaba de la cintura; al darse vuelta, notó que era nada menos que Axl Rose.

“Muy chiquitito ese muchacho”, aseguró el músico que con su 1.83 metros de estatura podía burlarse de su colega de 1.75 metros. Axl no cruzó palabra con Cerati, quien antes de caer en cuenta de lo que estaba pasando, vio como el músico estadounidense ponía su dedo índice frente a sus labios en una señal universal de silencio. De inmediato Gustavo entendió todo: siendo la estrella del rock que era, Axl quería esconderse, probablemente, de una estampida de fanáticos.

“Yo dije ‘¿qué es lo que vendrá ahora?’”, recordó Cerati entre risas añadiendo que, como un buen colega músico, decidió quedarse quieto para ayudar a Axl. No pasó mucho tiempo para que el cantante de Guns N’ Roses saliera corriendo de la tienda junto a su guardaespaldas, pero cuando Cerati esperaba ver una horda detrás de él, se llevó una sorpresa mayor.

“Lo único que veo venir es una chica con cara de loca con un cuaderno… Yo pensé que era una estampida de fans del heavy metal”.

En un punto de la entrevista, Gustavo resumió la experiencia en tan sólo seis palabras: “Me usó de escudo humano Axl Rose”, reiterando que era un hombre lo suficientemente pequeño para esconderse.

Sin embargo, hay una incógnita que Cerati muy probablemente nunca logró responder: ¿Qué hacía Axl Rose en una tienda para señoras? Los conductores del programa radial teorizaron que iba en busca de un regalo para alguna de sus novias, mientras que Gustavo consideró que iba en busca de lo mismo que él: un vestido para su madre.

Las madres de Axl y Gustavo

No obstante, es poco probable que haya sido así. Es bien sabido que la relación de Axl con su madre, Sharon E. Rose, no era la mejor debido a los abusos que el músico vivió en su infancia. Se sabe que en 1991, Axl quiso hacer una reunión con su familia aprovechando su paso por Indianápolis, pero al parecer, el músico se enfureció por alguna razón y terminó por echarlos del hotel donde se hospedaba. En 1996, Sharon murió en circunstancias no esclarecidas; previo a su deceso, Axl reiteró que “ella nunca había estado para él”, por lo que el tampoco iba a estar para ella.

Muy por el contrario, la relación entre Cerati y su madre fue menos complicada que la de Axl. El sufrimiento que vivió Lilian Clark después de que Gustavo cayera en coma fue bien documentado por los medios locales, y tras su muerte, no tuvo reparo en mostrar el dolor que la invadía, pues aseguraba que “los hijos no debían morir antes que sus madres”. Un par de años después de que Cerati cerrara sus ojos para siempre, Lilian compartió algunas palabras del héroe de toda una generación.

Muchas veces me pregunté por qué le pasó eso a él, pero no tuve respuesta, fue el destino. Para mí hubo mala praxis, pero ya no vale la pena investigar. Yo lo cuidé con esperanza. Yo apostaba que iba a salir. Estuvo todo el tiempo agarrándome la mano”.

Fuente: Uriel Monterrubino / Infobae / AGP