Es de General Rodríguez, toca el saxo y trabajó en cruceros para cumplir su sueño de grabar en el mismo estudio que Miles Davis
En una charla con Clarín, el joven músico Tomás Martínez explicó cómo logró juntar el dinero para llegar al Estudio Van Gelder, donde se grabaron los más grandes discos del jazz. Con sólo 25 años, reveló los pasos a seguir para dar su gran salto a la escena musical internacional.
A los 5 años, Tomás Martínez ya sabía que su sueño era dedicarse a la música. Desde muy chico, empezó a formarse como podía y con lo que tenía a mano. Así aprendió a tocar la guitarra y, gracias a una de sus profesoras de música, pudo incorporar el saxofón en la preadolescencia, sin imaginar que ese instrumento lo llevaría a recorrer el mundo.
A pesar de las adversidades y lo difícil que es saltar a la escena internacional del jazz desde la Argentina, Tomás decidió que iba a hacer todo por llegar lejos. Y sus esfuerzos ya empezaron a dar frutos: tras años de formación a pulmón, logró llegar al Van Gelder Recording Studios, uno de los estudios de grabación más míticos de la historia del jazz, por donde pasaron figuras como Miles Davis.
Asimismo, hace un año, fue nombrado personalidad destacada y embajador cultural de General Rodríguez, su ciudad natal, gracias a su extensa trayectoria como músico a nivel nacional e internacional.
En una profunda charla, Tomás contó todo acerca de su reciente experiencia grabando un disco con referentes del jazz internacional en los Estados Unidos, su camino de formación y los pasos a seguir para lograr cumplir el sueño de formarse como músico a nivel profesional.
Un camino marcado por el esfuerzo
Apenas terminó la secundaria, Tomás supo que quería seguir estudiando para profesionalizarse como saxofonista. Con ese objetivo en mente, empezó a asistir a clases en la Escuela de Artes de Luján, que era la más cercana a General Rodríguez. «Ahí fue cuando empecé a darle nombre a las cosas que estaba tocando». comentó.
Una vez que finalizó sus estudios, el siguiente paso era, definitivamente, trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires, donde iba a encontrarse con decenas de bares en los que se toca jazz regularmente. «En Capital audicioné y quedé seleccionado para el Conservatorio de Música Manuel de Falla, que tiene una de las carreras de jazz más importantes que tiene Latinoamérica», explicó.
Más adelante, el joven musico se encontró con que la única oportunidad para seguir creciendo estaba en el exterior, específicamente en los Estados Unidos. Y, si bien audicionó y fue becado para estudiar en varias instituciones prestigiosas, no pudo asistir a ninguna de ellas ya que las becas sólo cubrían la matrícula y la visa de estudiante no le permitía trabajar y estudiar al mismo tiempo para cubrir sus gastos.
«Era imposible para mis viejos, que son ambos docentes de escuela pública, costearme la vida en Nueva York. Siendo estudiante hay oportunidades laborales muy limitadas. Sólo se puede trabajar en tu universidad y una cierta cantidad de horas. Por eso, ni siquiera era viable que yo trabajara y estudiara al mismo tiempo», aseguró.
Sin embargó, Tomás decidió no quedarse con los brazos cruzados y buscarle la vuelta a la situación para seguir su camino como músico. «La solución que encontré fue trabajar en cruceros, porque de esa manera podía trabajar y tocar. Si bien los salarios no son súper altos, lo que te permite es ahorrar prácticamente todo lo que cobrás, porque no tenés que pagar alquiler, ni comida, ni traslados», subrayó.
A partir de allí, empezó a formar parte de cuartetos de jazz en diferentes cruceros para costear su formación internacional. «Cuando me bajé de mi primer crucero pude tomar una clase con un gran maestro de jazz, que se llama Charles McPherson, un saxofonista legendario. Fui a su casa en San Diego, después de haberlo escuchado en discos durante años. Él me impulsó a que tratara de ir a Nueva York, porque a mucha gente le iba a gustar como tocaba», recordó.
Y continuó: «Después de dos contratos de crucero audicioné para hacer un curso en Nueva York que se llama Tribeca Art Institute. Es un curso intensivo para jóvenes de habilidad extraordinaria. No hay clases de teoría, es todo tocar con otra gente. Los docentes son músicos que enseñan y no profesores que tocan, por eso es una gran manera de conocer gente».
El sueño que se hizo realidad
Después de finalizar el primer trimestre del curso que tomó en Nueva York, Tomás regresó a Buenos Aires y firmó contrato para embarcarse en otro crucero, para ahorrar y poder terminar sus estudios. En el medio, se le presentó una oportunidad que pensó que jamás llegaría.
«Surgió la posibilidad de grabar el disco con mis músicos favoritos en el mundo. Lo hicimos en el estudio de Rudy Van Gelder, el más legendario de la historia del jazz. Es el estudio en el que se grabaron los discos de jazz más importantes de la historia», comentó. Y sumó: «Cuando entramos, estaba igual que todas las fotos que vi, en discos, en documentales y en películas. En todo el estudio tienen pegados los vinilos de los discos que se grabaron ahí».
«Lo más impactante fue cundo soplé la primera nota. El sonido del estudio es increíble. El saxo suena mucho mejor que en cualquier lado. Es ese sonido de los discos que escuché toda mi vida. Hay pocos músicos argentinos que hayan grabado en ese estudio de por sí, mucho menos liderando un grupo. Me sentí representando al país«, detalló.
Allí, el músico pudo grabar su disco acompañado de tres de sus ídolos, todos ellos ganadores de los premios Grammy: Michael Weiss, David Wong y Kenny Washington. Durante la sesión, también pudo grabar una reinterpretación de la composición de Jimmy McHugh, Don’t Blame Me, junto a Dalila Galeano, una joven promesa del jazz, también argentina.
Actualmente, a casi dos meses de la grabación de su disco en los Estados Unidos, Tomás está tramitando una visa de artista, para poder quedarse a estudiar y tocar en el país norteamericano. Mientras tanto, seguirá en Buenos Aires para volver a conectar con sus raíces y pasar un tiempo con sus seres queridos.
«Es un proceso muy complicado, porque tenés que demostrar que tenés un nivel y un alcance internacional y que estas aportando algo nuevo y valioso para la escena. Además, debés que acreditar que vas a tener trabajo en los Estados Unidos. Para eso también hay que conseguir cartas de recomendación o de intención de empleo», explicó.
Mientras tanto, la idea de Tomás es seguir adelante con la puesta en marcha del disco que grabó en los Estados Unidos, que, hasta ahora, permanece inédito. «Hay muchos pasos por adelante: hacer la mezcla, los masters, el arte de la tapa…», dijo. Quizás, los amantes del jazz podrán encontrarlo en las próximas semanas en los bares de la capital, haciendo lo que ama hacer y siempre soñando alto.
Fuente: Clarín /AGP
Editor: EM