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Vicente Batistta: “SOY UN FORMIDABLE AUTODIDACTA”

Por Dr. Edgardo Miller. – Enfocar con palabras a Vicente Batistta resulta una fotografía nítida y de profundidad. Una reconoce en él a un entrañable un leal hombre sin sombras.

Enfocar con palabras a Vicente Batistta resulta una fotografía nítida y de profundidad. Una reconoce en él a un entrañable un leal hombre sin sombras.

Casado desde y para siempre con la literatura; una biblioteca con 3600 libros que lo abrazan, lo reflejan, y lo dicen todo.

Vicente Batistta nació en La Boca –Buenos Aires- y vivió allí hasta los cinco años, después mudanza a Barrancas y después siguieron otras que también son otras historias en el perfil de Batistta.

Vivió en Barcelona y Canarias.

Nació en 1940, tiene 83 años.

Escritor, guionista, ensayista y dramaturgo.

Integró la redacción de la revista literaria El escarabajo de Oro y Nuevos Aires. Publicó seis libros de cuentos y seis novelas.

En 1995 recibió el Premio Planeta por un jurado integrado por Abelardo Castillo, Antonio Dal Masetto,  Jose Pablo Feinmann y Juan Forn.

Su guión “La familia unida esperando la llegada de Hallewyn” mereció el Gran premio del Festival Internacional de Manhein Alemania (1972), largometraje dirigido por Miguel Bejo.

En la actualidad sigue trabajando en el suplemento cultural de Télam de la Agencia nacional de noticias Télam.

EM. ¿Cómo empezaste con la literatura, Vicente?

VB. (Se ríe) Uno nunca sabe a ciencia cierta cómo, pero me acuerdo que éramos chicos cuatro amigos de una barra que habíamos terminado las clases y estábamos empezando a fantasear con qué íbamos a ser cuando grandes y yo dije que iba a ser escritor. No sé por qué y parece que para no ser infiel a lo dicho seguí por ahí (se ríe). Siempre me interesó la literatura.

En barracas había -y aún está- una biblioteca que se llama Sociedad Luz, pese a que tiene un nombre que parece anarquista era bien socialista todavía permanece hall de entrada la foto de Carlos Marx. Yo tenía unos diez u once años cuando ya iba a la biblioteca y recuerdo que estaba orgulloso de ser socio, quedaba a seis cuadras de mi casa.

EM. ¿Recordás cuál fue el primer libro que sacaste?

V.B. Yo sabía que Shakespeare era un autor de fama así que saqué Tito Andrónico (1). Me acuerdo que las dos hermanas que atendían la secretaría de la biblioteca, me las imagino solteronas y espantadas por mi gusto literario a los diez años, me dijeron que había otros libros. Les contesté que yo quería ese. Era una edición de Espasa Calpe, me lo llevé a casa y me entusiasmé muchísimo porque ahí estaba todo el terror. Porque Tito Andrónico en el último acto se come a toda la familia, yo recuerdo haber devuelto ese libro pleno de felicidad (risas), había leído a Shakespeare nada menos.

EM. ¿Cómo siguió ese mundo de lecturas, te acompañó alguien o fuiste solo eligiendo al azar?

VB. A partir de ahí las dos hermanas me fueron asesorando con Salgari, con Verne (nunca me gustó) Mauriac, Tom Sawyer, y Hemingway que leí mucho porque me enseñó mucho. Todas lecturas ardientes, nutritivas. Recuerdo que leí Tarzán y todos esos. Y cuando descubro al Zorro y al Llamero Solitario nace en mí el deseo de inventarme un héroe y me inventé: La Hiena, y comienzo hacer una revistita de historietas con dibujos hechos por mí (un desastre) con La Hiena contando sus desventuras, y estaba tan contento hasta que un día en el colegio descubro que la hiena era un animal carroñero, cobarde y a partir de ahí y para mi enorme decepción comienzo otras búsqueda (risas).

EM. ¿Qué libros había en tu casa?

VB. Yo siempre cuento que en casa había un libro, el de Doña Petrona; mi padre era carpintero y mi madre ama de casa. A mi padre le pedí que me hiciera una biblioteca y así empecé a acumular libros, para mí eso era muy importante. Soy un formidable autodidacta, nunca pasé por ninguna universidad.

EM. ¿Cómo llegas a la revista El Escarabajo de Oro?

VB. A los 20 años voy a la redacción de la revista porque conozco a Abelardo Castillo, y llevo un cuento mío que se llamaba “El Bocha le dicen”, me lo hacen leer en el Tortoni, y recibo todas miradas de espanto, Abelardo que estaba frente a mí me dice: -mira, el cuento es una mierda, pero acá hay un cuentista. Tenés cosas que son de cuentista-.

El cuento se trataba de un chico puntano que era detenido por hacer un robo y estaba en la seccional de policía y de pronto mira y ve un rayo de sol y calcula la hora y se da cuenta que no va a poder hacer algo que tenía que hacer.

Abelardo, me dijo en ese momento, que solo un provinciano lleva el tiempo a través del sol, no miró el reloj, miró el sol. A mí se me había escapado. Le dije que lo iba a corregir y creo que fue el texto que más corregí en mi vida, a los seis meses volví con el texto y me lo publicaron en el Escarabajo y a partir de ahí lo mío se publicaba siempre.

EM. ¿Y tú primer libro?

VB. A los 27 años publiqué mi primera novela Los Muertos, la editó Jorge Álvarez. Terminé de escribirla y la mandé al Fondo Nacional de las Artes y gana el premio. No he sido un escritor tan vasto, para nada.

La literatura me trajo muchas felicidades, tuve la dicha, la fortuna de tratar a un tipo como Leopoldo Marechal. Una vez por semana íbamos todos a su casa. Marechal era la sabiduría, yo ya lo admiraba profundamente al leerlo y cuando lo conocí esa admiración creció.

EM. Tenes mucho trabajo en los medios de comunicación.

VB. Si, cuando volví de España trabajé en Perfil, Clarín, La Nación, Atlántida…

EM. Muy respetado como crítico.

VB. Me acuerdo que Fernández Díaz de La Nación con quién nos une un gran afecto, editaba un suplemento cultural –ADN- y me dijo: te necesito porque sos un tipo que no le tenes miedo a los Best Sellers lo lees y si es bueno decís que es bueno. Quiero que seas el crítico de los Best Sellers, y doy fe de que jamás me tocaron ni una línea.

En Clarín, me ocurrió que me dieron una novela de Manolo Vázquez Montalbán (al que yo conocí en Barcelona), la novela era muy mala. Me rehusé a hacer la crítica porque si la hacía debía ser honesto, esa fue siempre mi condición: la honestidad.

Nunca hice críticas de autores argentinos, por ejemplo, porque son amigos o enemigos, me quieren o no. Cruzando fronteras puedo decir lo que quiero.

EM ¿Tu último trabajo un libro basado en Operación Masacre de Rodolfo Walsh?

VB. Si, en realidad fue una muy interesante propuesta de una editorial pequeña UNIPE –editorial universitaria- de tomar una obra clave y de contar que pasó. De ir hacia atrás y hacia adelante en la vida del autor. Es contar el porqué de esa obra y cómo llegó el autor a ese momento. Yo elegí contar Operación Masacre, comienzo contando las vicisitudes de la familia Walsh, descendientes de irlandeses que deben atravesar una extrema pobreza. El padre comienza a trabajar como mayordomo de un campo, pero era un ludópata con mala suerte –además- y las pocas tierras que había logrado tener se le inundan y pierden todo.

Rodolfo era un chico sumamente inteligente. Leía muchísimo desde muy pequeño, era un eximio traductor de inglés y comienza a ganarse la vida de esa forma. El queda muy prendado del género policial, es este género el que además le va a quedar muy cómodo para su escritura y por otra parte es el primer argentino en armar una ntología de autores policiales argentinos.-

Investigación: Andrea Fruttero