El Papa reveló que el Gobierno de Cristina Kirchner «dio indicaciones» a jueces en el 2010 para condenarlo en un juicio por la represión ilegal
En una entrevista, contó que uno de los tres jueces que lo llamaron a declarar en el juicio por la ESMA le confesó que «había recibido instrucciones del Gobierno para condenarme» pero resultó absuelto.
El Papa Francisco reveló que en el 2010 durante la presidencia de Cristina Kirchner uno de los jueces que lo investigaron por el secuestro y tortura de dos jesuitas durante la dictadura le confesó que “habían recibido indicaciones del Gobierno» para condenarlo.
El 8 de noviembre de 2010, el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco, declaró durante casi cuatro horas como testigo en el juicio oral y público por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).
Los jueces del Tribunal Oral Federal 5 Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Farías interrogaron a Bergoglio en presencia de las partes que actuaron en el juicio: fiscales, querellantes y defensores, tal como adelantó Clarín en aquel momento.
En una entrevista concedida en Italia, el Sumo Pontífice reveló que luego de asumir el trono de Pedro en el 2013, ya «como Papa», volvió a ver en Roma «a dos de los jueces».
«Uno de ellos junto a un grupo de argentinos. No lo había reconocido, pero tenía la impresión de haberlo visto. Lo miraba y lo miraba, y me decía: a este lo conozco. Me dio un abrazo y se marchó. Lo volví a ver una vez más, y se presentó», relató.
«Le dije: merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo. Le dije que estuviera en paz con esta historia. Sí, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro”, agregó.
“Vino también otro de los tres jueces, y me dijo claramente que habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme«, reveló el Papa en la charla sin identificar a cuál de los tres jueces se refería.
Los ex presidentes Néstor y Cristina Kirchner hostigaron a Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires cuando denunciaba la pobreza y la corrupción. Después de que asumió como Papa, la ex presidenta se reconcilió con el Sumo Pontífice. Incluso, se afirma que mandaron un emisario y un libro periodístico para que no sea elegido Papa.
A fines de 2014, cuando Cristina Kirchner se había reconciliado con Bergoglio, el diario oficialista Página/12 retiró de su página web notas escritas de su entonces columnista Horacio Verbitsky donde dudaba del actuar del rol del ahora Papa en el caso de esos sacerdotes jesuitas secuestrados por la Armada en la ESMA.
El Papa reveló que se reunió con Videla y con Massera para reclamar por la liberación de los jesuítas que estaban bajo su órbita como jefe de la compañía de Jesús. Sin embargo, el diario oficialista dio otra versión en varias notas.
«Mentiras y calumnias» de Verbitsky, por ejemplo fue publicada el 11 de abril de 2010. «Un libro de Jalics, una carta de Yorio a la Compañía de Jesús, una entrevista de Jalics con Emilio Mignone, el testimonio de una monja y una entrevista con los hermanos de Yorio describen en forma elocuente los procedimientos de Bergoglio, antes y después del secuestro de los dos jesuitas«, dice la nota.
Fuentes allegadas a Bergoglio incluso afirman que en el 2005 el gobierno de los Kirchner mandó un emisario al Vaticano para evitar que el arzobispo de Buenos Aires fuera elegido Papa para reemplazar al fallecido Juan Pablo II. En su lugar, fue nombrado Benedicto XVI quien terminó renunciando en el 2013 y ahora sí fue elegido Bergoglio.
Además, el Papa aseguró en esta nueva entrevista que hizo «lo que sentía que tenía que hacer para defender» a los jesuitas Franz Jalics y Orlando Yorio, detenidos y torturados durante la última dictadura cívico-militar, al tiempo que consideró que su secuestro fue «una situación muy dolorosa» y lamentó que se haya creado «una leyenda» sobre su posible participación en la encarcelación de los religiosos.
«Los padres Jalics y Yorio trabajaban en un barrio popular, y trabajaban bien. Jalics fue mi padre espiritual y mi confesor durante los primeros dos años de teología», planteó el pontífice en un diálogo con jesuitas de Hungría durante su visita de fines de abril al país europeo, revelada hoy por la revista de la Compañía de Jesús La Civiltà Cattolica.
Francisco Jalics y Orlando Yorio trabajaban en un barrio popular porteño, el Bajo Flores, en 1976 cuando fueron capturados por grupos de tareas, y luego retenidos y torturados durante cinco meses antes de ser liberados.
«En el barrio en que trabajaba había una célula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenían nada que ver con ellos: eran pastores, no políticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. Tuvieron que cumplir nueve meses de cárcel, sufriendo amenazas y torturas», añadió el Papa en el diálogo con los jesuitas.
Francisco narró además que los dos sacerdotes «luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas«.
«Jalics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsejé ir a ver a su madre a Estados Unidos. La situación era realmente demasiado incierta y confusa. Después surgió la leyenda de que había sido yo el que los había entregado para que fueran encarcelados», explicó frente a 32 jesuitas húngaros.
En ese marco, el pontífice argentino recordó que «el mes pasado, la Conferencia Episcopal Argentina publicó dos tomos, de los tres previstos, con todos los documentos relacionados con lo que ocurrió entre la Iglesia y los militares» y consideró que «ahí está todo» sobre el caso.
Se refirió así al libro «La verdad los hará libres: la Iglesia católica en la espiral de violencia en la Argentina 1966-1983», que contiene documentación desclasificada del Vaticano y la Conferencia Episcopal Argentina que confirma el rol de esa institución durante esa época.
Impulsada por el papa Francisco y la actual conducción del Episcopado, se trata de una investigación histórica a partir de la desclasificación de toda la documentación relacionada a la violencia política de los ’70 y la represión durante la dictadura militar, que se encontraba archivada en el Vaticano y la Iglesia argentina.
Editado por Planeta, el segundo tomo en particular revela las conversaciones reservadas entre las autoridades de la Iglesia católica y los jerarcas del régimen militar, el «rol activo» que el vicariato castrense asumió en el marco del terrorismo de Estado y las vacilaciones y contradicciones internas del Episcopado en los ’70.
Previo a la publicación de los libros, algunos documentos de la información desclasificada fueron presentadas en la Justicia argentina -ante el juez federal Ariel Lijo- con el objetivo de «ayudar a lograr una justicia largamente esperada».
«Cuando se fueron los militares, Jalics me pidió permiso para venir a la Argentina y hacer un curso de ejercicios espirituales. Lo hice venir, e incluso celebramos una misa juntos. Después lo volví a ver como arzobispo y luego también como Papa: vino a Roma a verme. Siempre habíamos tenido esta relación», continuó el pontífice en el diálogo del 29 de abril, durante el segundo día de su viaje apostólico a Hungría en la Nunciatura de Budapest.
«Pero cuando vino a verme al Vaticano la última vez, vi que sufría porque no sabía cómo hablarme. Había una distancia. Las heridas de esos años pasados permanecían en mí y en él, porque los dos vivimos esa persecución», sostuvo Bergoglio.
«Algunos en el Gobierno querían cortarme la cabeza, y sacaron a relucir no tanto este asunto de Jalics, sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura», lamentó luego el Papa en el diálogo que publicó hoy la revista jesuita, la publicación cultural más antigua de Italia.
«Entonces, me llamaron a juicio. Me dieron la posibilidad de elegir el lugar en el cual realizar el interrogatorio. Elegí hacerlo en el Episcopado. Duró 4 horas y 10 minutos. Yo siempre respondí con la verdad», destacó sobre su testimonio.
«Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jalics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda», reveló Francisco.
Francisco sostuvo que «cuando Jalics y Yorio fueron apresados por los militares, la situación que se vivía en la Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer».
Según Francisco, «Jalics era un buen hombre, un hombre de Dios, un hombre que buscaba a Dios, pero fue víctima de un entorno al que no pertenecía. Él mismo se dio cuenta».
Jalics murió en febrero de 2021 a los 93 años de una enfermedad coronaria cuando regresaba desde un hospital a un hogar de ancianos en Budapest, Hungría, donde vivía desde 2017; en tanto Yorio falleció en el año 2000.