Opinión

¿El Arquetipo de la Ciudad de los Césares en el auge de la ludopatía?

Por Antonio Las Heras. -El deseo por enriquecerse rápido, inclusive atravesando serias dificultades, se encuentra enmarcado en lo que Carl Gustav Jung denominó un arquetipo. Esto es, algo que se encuentra en lo inconsciente colectivo – el estrato más profundo de la psique – de cada humano y que conmina a llevar adelante una búsqueda del tesoro que, a partir de su hallazgo, modificará absolutamente la vida de quien pueda realizar semejante proeza.

Los arquetipos son disposiciones psíquicas inconscientes, universales e innatas, que forman el sustrato esencial del cual emergen los temas básicos de la vida humana. Sirven para organizar y dirigir el comportamiento humano.

Las manifestaciones arquetípicas tienden a la concreción real del ciclo vital humano. De manera tal que cuando estas intensas fuerzas intrapsíquicas no encuentran un cauce adecuado para su manifestación, habrán de intervenir con maneras que no suelen ser las convenientes para el desarrollo de la vida personal.

El venir a “hacerse la América” de muchos de nuestros antepasados estaba cimentado – más allá de todo aspecto consciente – en esa estructura anidada en lo Inconsciente Colectivo. Una larga travesía en busca del tesoro. Antes de eso, la búsqueda de la Ciudad de los Césares, ¿acaso era algo distinto?

El deseo de enriquecerse rápido, que como todo deseo se encuentra sostenido en lo inconsciente y, por ello, suele tener más poder que la voluntad consciente, aun pasando por pruebas exigentes, es algo que prácticamente puede llamarse innato a la condición humana y de lo cual hay historias concretas desde que la Humanidad existe. Pero, claro, sus manifestaciones van modificándose de acuerdo a los tiempos y las culturas. La estructura arquetípica permanece. Pero sus manifestaciones varían.

Hoy la búsqueda del tesoro, el arribo a la Ciudad de los Césares, tiene su manifestación en el exacerbado auge de la ludopatía. Tan exacerbado que hasta monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, tanto como las iglesias evangélicas a través de ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina) han señalado, recientemente, su profunda preocupación por el aumento significativo de los juegos de azar a través del ciberespacio, que afecta a toda la población de la Argentina; en especial a niños y adolescentes.

“Ha aumentado la ludopatía entre chicos de 14, 15 y 16 años. Tenemos que estar atentos a este fenómeno que entra dentro de todo el fenómeno evasivo de nuestra realidad y que hace que nuestros chicos vayan eligiendo caminos ilusorios, pero también es propio de la pobreza la multiplicación del juego. Cuando la pobreza empieza a ser grande se recurre a esto para poder ganar dinero de cualquier manera y se rompen muchísimas ilusiones, pero lo que preocupa sobre todo es en los adolescentes”, concluyó explicando monseñor Ojea.

Y es bien cierto esto. Importante el uso del término “ilusiones” que utiliza el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Pues “ilusión” remite a algo de cumplimiento imposible. Mientras que “fantasía” es un anhelo que si puede alcanzar concreción real y plena. Por lo usual la intervención del Arquetipo de la Ciudad de los Césares implica estar detrás de algo ilusorio; que nunca habrá de ser logrado.

 La búsqueda del tesoro – como arquetipo – ha de manifestarse sostenido por una fuerza inconsciente e irracional – cargada de emocionalidad –  en todo tiempo y lugar como elemento ilusorio que persigue la concreción de un deseo: el de dejar la pobreza; o más aún, la miseria; pero utilizando lo que bien puede llamarse una solución mágica. Por lo tanto, falsa.

¿Cuántos de quienes buscaron unos siglos atrás la Ciudad de los Césares tenían la ilusoria intención de regresar a Europa tan acaudalados que hasta podrían comprar un título nobiliario? Lo que en sus mentes pensaban era: “Me fui de mi patria llevando la pobreza y el escarnio… pero regresaré rico, seré respetado… y hasta tendrán que obedecerme.” O sea, conseguir el poder; obtener el lugar que la persona considera que merece; pero que no buscará a través del esfuerzo, la perseverancia, la educación, el despliegue de una actividad laboral o una profesión, ni por su evolución personal, sino a través de una fórmula sostenida, apenas – y nada menos – que por la ilusión. Y tal ilusión adquiere enorme fortaleza pues se encuentra sostenida por lo que estamos llamando Arquetipo de la Ciudad de los Césares.

Hoy es el juego por dinero. Y no sólo en lo que se ha denunciado que ocurre en el ciberespacio. ¿Acaso la búsqueda del tesoro no es lo que – ilusoria e irracionalmente – anima a quienes pasan horas y horas de su vida utilizando las máquinas tragamonedas?

Pero, como señalamos antes, ya no se trata sólo de adultos concurriendo a pasar largo tiempo en un “bingo”, ilusionados en enriquecerse con tan sólo manipular unas máquinas. Ahora el campo está ampliado exponencialmente ya que puede hacerse desde una computadora o un celular. Desde allí es posible hacer apuestas, aun por cifras de dinero elevadas. El anhelo sostenido desde el psiquismo inconsciente, en pos del logro por un enriquecimiento inmediato, puede llevar a cualquier adulto a decisiones totalmente equivocadas… ¡cuánto más a un niño o un adolescente!

La ludopatía – esto es la encarnación actual, en la Argentina, del Arquetipo de la Ciudad de los Césares – no tiene otra causa que la falta de las vías correspondientes para que la persona desarrolle sus capacidades creativas y que, mediante la aplicación de ellas, esté en condiciones para desarrollar una vida laboral y profesional como la dignidad requiere. Ser útil para uno mismo y para los demás. Cuando los caminos adecuados están diluidos la búsqueda de soluciones mágicas se tornan frecuentes. Y lo único que puede conseguir que así no sea, es proponer posibilidades que conduzcan al crecimiento personal, teniendo en claro que requerirá esfuerzo, dedicación, tiempo y aprendizaje. Pero que, en el horizonte al que se busca llegar, estarán aquellas cuestiones que se anhelan.  

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, filósofo e historiador. “Atrévete a vivir en plenitud”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com

Editor EM