Política

Primer gran derrota del gobierno «libertario» de Javier Milei

Por María Cafferata*. – Sin autoridad para negociar modificaciones, el oficialismo perdió la votación en artículos clave del proyecto. La discusión vuelve a foja cero y sin fecha de tratamiento.

Lo que empieza mal termina mal y de tanto forzar el debate, con bravuconadas y amenazas, Javier Milei se quedó sin su proyecto de ley ómnibus. La votación en particular terminó de la peor manera cuando, tras varios traspiés en la delegación de facultades, La Libertad Avanza tuvo que volver a foja cero y enviar todo el proyecto de vuelta a comisión. No importó que el proyecto ya hubiera sido votada en general, LLA se dio de frente con que su iniciativa, lentamente, había empezado a perder sus principales artículos. Las negociaciones no habían llegado a buen puerto, el oficialismo hacía oídos sordos a los reclamos y no fue hasta que la oposición amigable le desguazó los primeros cinco artículos que comenzaron a sonar las alarmas. Finalmente, llegó el capítulo de privatizaciones, los números no estaban, y LLA decidió que prefería tirar abajo todo el último mes de trabajo parlamentario que terminar la jornada con una victoria a medias. 

«La casta se puso en contra del cambio que los argentinos votamos en las urnas», vociferó Javier Milei, desde Israel, con una furia que se veía reflejada en los rostros de la mayoría de los legisladores libertarios que abandonaban el Congreso. El oficialismo aspira a retomar el debate en comisión la semana que viene, pero el escenario es complicado. Al cierre de esta nota, todos los bloques mantenían reuniones frenéticas, analizando los pasos a seguir. Los diputados de Unión por la Patria cantaban la marcha peronista en las escaleras del Palacio, mientras que los libertarios masticaban ira – «La traición se paga cara», repetirían, en sintonía con el comunicado que sacó LLA – y el radicalismo se encogía de hombros: «Pasó lo que veníamos advirtiendo». En las afueras del Congreso, mientras tanto, se escuchaban los bocinazos de festejo de los autos.

Crónica de una derrota

El día en el que Javier Milei tenía planeado celebrar la aprobación de sus facultades extraordinarias había arrancado mal. El clima en la Cámara de Diputados mutaba entre el mal humor, el hastío y la bronca. La mañana había estado teñida de una nueva tanda de reuniones entre los alfiles de la oposición amigable y Martín Menem que había derivado, nuevamente, en un callejón sin salida. Ni la aparición de Guillermo Francos había logrado calmar los ánimos: los diputados de Hacemos Coalición Federal y el radicalismo ya no reconocían la autoridad del ministro del Interior y exigían que Luis Caputo levantara el teléfono. Las negociaciones estaban trabadas y, minutos antes de que sonara el timbre de comienzo de la sesión, los diputados cordobeses advertían: «No tienen los votos para aprobar delegaciones».

El problema era el alma del proyecto de ley ómnibus: la delegación de facultades en materia económica, financiera, de seguridad, tarifaria, energética y administrativa, que habilitarían al presidente a poder intervenir sobre gran parte de la vida de los argentinos sin necesidad de pasar por el Congreso. El recinto era un caos, en una esquina Miguel Ángel Pichetto, Nicolás Massot y Emilio Monzó, de HCF, conversaban y le mostraban algo en el celular a Karina Banfi (UCR). A unos metros, Cristian Ritondo (presidente del bloque PRO) discutía con el cordobés, Ignacio García Aresca, principal alfil de Martín Llaryora, a quien habían dejado solo peleándose por la coparticipación del impuesto País. La amenaza del cordobesismo se instalaba con cada vez más fuerza: LLA no tenía el número para sus facultades extraordinarias.

*Para Página 12