Suplemento ABRALAPALABRA

La insoportable muerte de MILAN KUNDERA

Este escritor había nacido en Brno (República Checa) en 1929.

Después de la invasión soviética de 1968, perdió su trabajo y fue prohibida la circulación de sus libros. En 1975 se mudó a Francia, país del que ha adoptó su nacionalidad. Recibió varios premios internacionales y sus libros han sido traducidos en el mundo entero.

Milan Kundera, falleció este miércoles a los 94 años, luego de una prolongada enfermedad.

Nacido el 1 de abril de 1929, en el seno de una familia acomodada, Kundera escribía con un estilo  irónico único. Estudió musicología y composición musical, cine y arte dramático en Praga.

En su juventud fue miembro entusiasta del Partido Comunista pero acabó siendo expulsado en dos ocasiones. En 1970 durante la represión que siguió  a la Primavera de Praga en 1968, fue una de las principales voces. Tras perder las esperanzas de que en su país se llevara a cabo una transformación profunda, se mudó a Francia en 1975.

En 1979 el entonces gobierno comunista le retiró su nacionalidad y en 1981 obtuvo la nacionalidad francesa.

Varias veces candidato al Premio Nobel de Literatura.

Fue en Francia, con la publicación en 1984 de su novela La insoportable levedad del ser, que se cimentó el estatus de estrella de la literatura internacional. La obra situada en Praga del 68, que sigue la vida de dos parejas y examina las tensiones entre la libertad y la responsabilidad, llevada al cine por el director Philip Kaufman.

Entre sus obras más famosas: El libro de los amores ridículos, La vida está en otra parte, El Libro de la risa y el olvido, La inmortalidad, La identidad, La ignorancia, Jacques y su amo, Los testamentos traicionados.

Sus críticos lo acusaron de haberles dado la espalda a sus compatriotas disidentes tras su partida a Francia, y en 2008 una revista checa lo acusó de haber sido informante durante el régimen comunista, algo que el autor negó rotundamente. En 2019, las autoridades checas le devolvieron finalmente su natal.

Rescatamos fragmentos de su maravilloso libro “El Arte de la Novela” (Editorial Tusquets, 1987) suerte de lámpara donde aborda –Kundera- de forma magistral sobre historia, cine y literatura.

Se le pregunta: Esto que usted dice en La insoportable levedad del ser: “La novela no es una confesión del autor, sino una exploración de lo que es la vida humana en la trampa en que hoy se ha convertido el mundo”. Pero ¿qué quiere decir trampa?

Que la vida es una trampa lo hemos sabido siempre: nacemos sin haberlo pedido, encerrados en un cuerpo que no hemos elegido y destinados a morir. En compensación, el espacio del mundo ofrecía una permanente posibilidad de evasión. Un soldado podía desertar del ejército y comenzar otra vida en un país vecino. En nuestro siglo, de pronto, el mundo se estrecha a nuestro alrededor. El acontecimiento decisivo de esta transformación del mundo en trampa ha sido la guerra de 1914, llamada (y por primera vez en la historia) guerra mundial. Falsamente mundial. Sólo afectó Europa, y ni siquiera a toda Europa. Pero el adjetivo “mundial” expresa aún más elocuentemente la sensación de horror ante un hecho de que, de ahora en adelante, nada de lo que ocurra en el planeta será un asunto local, que todas las catástrofes conciernen al mundo entero y que, por lo tanto, estamos cada vez más determinados desde el exterior, por situaciones que nadie puede evadirse y que, cada vez más, hacen que nos parezcamos los unos a los otros.”

“Elijo la palabra ternura. Y examino esa palabra: en efecto, ¿qué es la ternura? Y llego así a sucesivas respuestas: “La ternura nace en el momento en que el hombre es escupido hacia el umbral de la madurez y se da cuenta, angustiado, de la ventajas de la infancia que, como niño, no comprendía. Y a continuación: La ternura es el miedo que nos inspira la edad adulta. Y otra definición más: La ternura es un intento de crear un ámbito en el que pueda tener validez el compromiso de comportarnos con nuestro prójimo como si fuera un niño.

Elijo la palabra vértigo. Pero ¿qué es el vértigo? Busco la definición y digo: “el embriagador, el insuperable deseo de caer”. Pero me corrijo inmediatamente, preciso la definición: “También podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y aún más abajo”.

Una de las mejores reflexiones de La insoportable levedad del ser:

“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores”