Suplemento ABRALAPALABRA

PELOTA EN EL AIRE

¡Tirá, tirá!

Por Hugo Goldin.- La pelota está rodando en el aire. Rodando en el aire. Partió de mi mano antes de que suene la chicharra. De eso estoy seguro, lo puedo jurar.

¡Tirá, tirá!

La pelota está rodando en el aire. Rodando en el aire. Partió de mi mano antes de que suene la chicharra. De eso estoy seguro, lo puedo jurar.

Elimino la pegajosa marca de mi rival con una finta y un pique bajo, cuando cruzo la mitad de la cancha y del banco, desesperados, me gritan: tirá, tirá. Y tiré.

No hay más tiempo. Un puñado de segundos antes, ellos embocaron uno de los dos tiros libres por la falta que le cobraron a Garcia.

-Dejalo flaco, sin full; dejalo que no la emboca -le dije porque sabía que el referí le iba a cobrar cualquier roce. 

-No estamos jugando a la mancha, juez, es un juego de contacto -le protesto al árbitro que casi me cobra técnico y me callo justito.

-Garcia sos un pelotudo -le susurré en el oído y a toda voz -Te iban a cobrar full. Sacaste todos los boletos, gil. Después me arrepentí, pobre flaco, deja la piel en la cancha.

El mítico estadio Eliseo Casanova, de Estudiantes de Bahía Blanca, está en llamas. Repleto de alumnos secundarios que no fueron a clase. Un griterío ensordecedor, y el muy turro del base del rival va a la línea de los libres. No tiene sangre en las venas, es una heladera el guacho. Silbatina generalizada. Erra el primero, bien vamos nos decimos entre todos. Se sacude las manos, toma la pelota, mide el peso, dos botes en el piso, lanza y emboca. Se acabó, pienso. Estamos uno abajo a cuatro segundos de que termine el partido. El basquet es así. Es la final del intercolegial. Goyena contra el Industrial. El honor, el orgullo y la vida misma están en juego. Aparte todas nuestras compañeras y compañeros alientan en las tribunas.

El técnico pide minuto. No se que boludez dice, apenas puedo escuchar. Ellos van a salir a presionarnos. Nosotros se la damos al chueco, pase largo y no se que carajo más. Las pulsaciones están a mil; el cilindro se cae; y en cuatro segundos se define el campeonato. El DT hace ahora dibujitos con una tiza en el piso. Vos aquí, me dice y marca una crucecita. Luego varias líneas largas y otras de puntos. No se entiende pero no es momento de pedirle explicaciones. Salgan a la cancha, tenemos una chance hay que aprovecharla. Juntamos las manos en el medio y gritamos Goyena. Con fuerza y coraje. Es la batalla final. Quinientas horas de entrenamiento y ciento veinte de partidos se definen en cuatro segundos. La puta madre.

Va a sacar Garcia. El referí le entrega la pelota. 

-Juego -grita. 

Fideo intenta dársela al chueco pero él está con dos marcas encima. Estoy solo casi en el círculo central. Le pido la pelota. Me la pasa. Me sale un petiso pegaso a marcar. Lo esquivo con un pique bajo y un amague. Cruzo la mitad de la cancha y del banco me gritan:

-Tirá, tirá…

Salto con todas mis fuerzas y tiro. La pelota rueda en el aire, suena la chicharra. No llega nunca. El tiempo se detiene.

-¡¡¡Entrá por favor, entra!!!

Pega en el tablero; rebota dos veces en el aro; sale hacia arriba; estoy desesperado. Multitud en silencio. La pelota va de aquí para allá y medio estadio quiere que entre y la otra mitad hace fuerza para que no ¡Y qué fuerza hacen!

Entró. Adentro. Gol. Campeones. 

No, no puede ser. Los jueces no convalidan el doble. Nos vamos como locos encima. Todos, ellos y nosotros.

-Se lo juro señor, la tiré antes, se lo juro por lo que más quiero en este mundo. 

Los árbitros no saben que hacer. Para uno el doble es válido, para el otro no.

Rojo, transpirado y agotado le trato de explicar, al que por ahora es señor juez, que mi tiro entró antes que termine el partido. Gotas de sudor mi frente; se escurren en cámara lenta; las veo caer al piso. No se ponen de acuerdo. Van a dialogar a la mesa de control. 

Nos mandan a todos a los bancos de suplentes. Nos quedamos parados ahí igual. El petiso me viene a provocar. El chueco estira la mano en la cara y lo deja a medio metro mío. Lo sienta de culo. Casi se arma pero no pasa a mayores. Hablan con el planillero y el que maneja el reloj. ¿Cuánto tiempo pueden deliberar? 

Mil años después caminan al círculo central. Tomaron una decisión…