Wislawa Szymborska, poeta polaca
Por Andrea Fruttero.- Maria Wislawa Anna Szymborska, había nacido un 2 de julio de 1923 hace 100 años, en Kórnik, Polonia; y moriría en Cracovia el primero de febrero de 2012.
Maria Wislawa Anna Szymborska, había nacido un 2 de julio de 1923 hace 100 años, en Kórnik, Polonia; y moriría en Cracovia el primero de febrero de 2012. Poeta, ensayista y traductora, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996.
Considerada una de las poetas más singulares de su país, que consagró casi íntegramente toda su obra a éste género literario.
Cracovia –Polonia- ciudad en la que vivió hasta su muerte, donde se desarrolló y estudió: luego de la educación secundaria trabajó en los ferrocarriles e ingresó a la universidad Jagellónica para estudiar Lengua, Literatura Polaca y Sociología que no terminó por problemas económicos.
Durante sus años universitarios comenzó a publicar poesía en periódicos, folletines y revistas, donde también trabajó como secretaria e ilustradora fue “Busco la palabra” su primer poema publicado en 1945 en el suplemento literario Dziennik Polski.
En 1949 debería haber publicado su primer poemario pero no pasó la censura al igual que muchos polacos de postguerra fue miembro del comunista Partido Obrero Unificado Polaco.
En 1957 comienza a colaborar con la revista Kultura que se publica en Paris (Francia). El inicio de su itinerario literario se produjo bajo las normas estilísticas del realismo socialista imperante y denota el estremecimiento por los crímenes de guerra reciente como su identificación con los sufrimientos del pueblo polaco y su esfuerzo por superarlos.
En 1957, la poeta, romperá definitivamente con los preceptos del régimen en un ajuste de cuentas con su actitud anterior y también con la de la sociedad oficial y presentará “Llamada al Yeti”.
Como se sabe Polonia, en ese año inició un fuerte movimiento de rechazo a la imposición soviética y del doctrinarismo comunista, en forma de rebeldía comunista.
Szymborska optó por la reflexión filosófica y ética, tomando distancia de los debates concretos y siempre tiñendo de su peculiar humor sus indagaciones poéticas sobre el espíritu humano individual.
Sucesiva y discretamente fueron apareciendo sus obras de madurez: La sal (1962), Cien alegrías (1967), Todo caso (1972), Gran número (1976) y Gente en el puente (1986), hasta llegar a Fin y principio (1993). Pese a abordar los más hondos recovecos del ser humano, Wislawa tiende a despojar su poesía de gravedad retórica, para lo cual recurre al distanciamiento intelectual y emocional por medio del aludido humorismo presente en casi todos sus libros, junto con el frecuente recurso del lenguaje coloquial, la sencillez, los versos breves y la estructura de estrofas clásicas.
Otro de los rasgos de su obra es su facultad para desvelar lo insólito a través de los hechos y los fenómenos aparentemente más insignificantes y cotidianos. En realidad, su visión de la sociedad es pesimista y amarga que los individuos disponen tan sólo de la lucidez y la ironía para afrontar sus dolorosas relaciones con el medio que les determina.
Las cartas de los difuntos
Leemos las cartas de los
difuntos como imponentes
dioses,
pero dioses a fin de cuentas
porque conocemos las fechas
posteriores.
Con quién se casaron
rápidamente las viudas.
Pobres difuntos, inocentes
difuntos,
engañados, falibles,
ineptamente precavidos.
Veamos los gestos y las señas
que hacemos a sus espaldas.
Cazamos con el oído el rumor
de los testamentos rotos.
Están sentados frente a
nosotros, ridículos, como en
panecillos
con mantequilla,
no se hechan a correr tras los
sombreros que vuelan de sus cabezas.
Su mal gusto, Napoleón,
el vapor y la electricidad,
sus mortales curas para
enfermedades curables,
el insensato Apocalipsis según
San Juan,
el falso paraíso en la tierra
según San Jacobo…
Observamos en silencio sus
peones en el tablero,
sólo que tres casillas más allá.
Todo lo previsto por ellos salió
de una manera totalmente diferente.
Los más diligentes nos miran
ingenuamente a los ojos,
porque hacían de cuenta de que
encontrarían en ellos la
perfección.
Traducción: Abel A. Murcia Biografía de Wislawa Szymborska, Fernández, Tomás y Támaro, Elena