ROCK

ERNAN LOPEZ-NUSSA:  Un pianista versátil que ama y defiende el jazz “a lo cubano”

Por Edgardo Miller.- (Ernan López – Nussa desde La Habana). –

Ya lo había reconocido el cantautor cubano Silvio Rodríguez, cuando hace más de dos décadas dijo que Ernán Lopez-Nussa “es tan capaz de la exquisitez más callejera, como de la cotidianidad más elaborada”. Y es que este pianista y compositor multifacético, que confiesa sentir entrañable afinidad por el jazz, puede poner de pie a un público enardecido durante un concierto de música clásica, lo mismo que durante un espectáculo de música afrocubana. Un virtuoso que hace honor al apellido de toda una familia que ha sabido prestigiar la historia de la música cubana y latinoamericana.

Desde La Habana, capital de los cubanos, para la Argentina y el mundo, establecimos contacto con una de las figuras más relevantes de la música de ese país caribeño. El destacado pianista, Ernán Lopez-Nussa. El diálogo ocurrió cuando languidecían las luces del Festival internacional Jazz Plaza, celebrado en enero de este año, donde el pianista ofreció un concierto que revalidó su elevada calidad musical.

En esta   séptima temporada del programa “El País y los Escritores”, una producción de SADE que brinda su espacio a escritores, músicos, poetas y gente toda vinculada con el arte, hemos viajado a raíz de la pandemia por distintas partes del mundo. Fue así que llegamos a Cuba, y al grandísimo pianista, Ernán Lòpez Nussa, con quien dialogamos.

“Me gusta mucho reconectar siempre con Argentina, un país que adoro y donde siempre me han tratado con mucho cariño”, comenzó afirmando López-Nussa.

Nació en Marianao un 10 de septiembre-confirmó el músico que reconoce estar bajo el signo Virgo de los “obsesivos, meticulosos como quien conduce este programa radial. “Algunas veces eso nos quita un poco el sueño, pero no importa”-agregó el artista-.

Recuerdo que entrevisté en el año’76 a Ravi Shankar cuando vino a la Argentina, conseguí la única entrevista. Fui al concierto invitado a la noche y hubo un pequeño acople y unos gritos; el hizo decir al traductor que el próximo grito, el próximo acople, se iba del escenario…

¡Bravísimo!

Soy fanático del jazz, tuve el placer de escuchar a Jerry Mulligan cuando vino acá con Piazzola también vino Stan Getz con Joao Gilberto a la Argentina.

¿A qué edad comenzaste con la música?

Muy temprano, con más o menos seis años, cuando no tenía conciencia en lo que me había metido mi madre.  El ambiente de mi casa siempre fue de artistas; mi padre pintor, y escritor, mi madre pianista, aunque no ejerció profesionalmente, profesora de Literatura francesa, y había piano en la casa. Me acerqué más bien a curiosear. Mi mamá advirtió cierta aptitud   y en cuanto tuvieron oportunidad nos matricularon a mi hermano y a mí en el Conservatorio, ya con 7 años que comienza la carrera. Cuando estaba consciente de lo que me había metido, ya no había vuelta atrás.

“Empezaste con un vertical de 88 notas?

Exactamente, y cuando estaba al entrar al nivel universitario, tuvimos la fortuna de comprarnos un piano de cola, es un piano viejo, pero se conserva en buen estado en la familia. Terminé la disciplina de ir a una institución educativa, porque el estudio nunca termina.

Luego he adquirido otros pianos acústicos todos de tamaño doméstico. No me gustan los pianos electrónicos, pienso que el mejor piano es el que uno tiene y que se acomoda y acostumbra a él por la sonoridad y le saca partido.  Aunque sí me gustan los teclados sintetizadores, por los sonidos la fantasía, el órgano, e incluso de vez en cuando hago un concierto sobre la base de la exploración de sonidos, pero el piano electrónico trato de evitarlo siempre-aseguró- y prefiero el acústico.

Me encanta el piano acústico, Siempre recuerdo el concierto del ’85 cuando se sienta Freddy Mercury con el piano y es impresionante el sonido que produjo.

Además, en dependencia del piano, sale la música; ahí está la experiencia de Mick Jagger, emblemático vocalista de los Rolling Stones, cuando grabó su inmortal Colonia, en Alemania, imagínate un sacrilegio absoluto, el piano que tenía para tocar era un Yamaha. Se alejó pensando suspender el concierto y luego decidió hacerlo en función del sonido Yamaha, y es real. Esa grabación, con un sonido estridente, y los Yamaha suelen ser así, y es, sin embargo, el disco más vendido de Jagger, una obra maestra.

Sin dudas hay que saber interpretar el instrumento cuando no están las condiciones de lo que es habitual utilizar por uno, y coincido con vos, me gusta el piano acústico y también los sintetizadores.

Entre tantos méritos que tenes, sos fundador del Grupo Afrocuba. Contáme ¿en qué época fue eso?

Fundador, como no. A inicios de los ’70 aún casi todos éramosestudiantes de nivel medio, tendríamos unos 16-17 años y ya andábamos teniendo experiencia en la calle con profesionales y nos dejábamos ver un poco. Hablo en plural porque era un grupo de compañeros de estudio que iniciamos juntos el interés por el jazz, y montábamos de diferentes autores.  Un buen día empezamos a tocar con profesionales y uno de ellos -que fue el director de Afrocuba en aquel entonces-, se le ocurrió armar un grupo con toda la influencia africana, con tres veteranos de unos 30 años más o menos, y nosotros que éramos unos muchachos, imagínate nosotros encantados. Por entonces no se veía muy bien que los jóvenes que estuvieran estudiando música clásica, fueran por ahí a tocar música popular antes de terminar los estudios, pero así empezó Afrocuba, tuvo sus etapas, sus dificultades.

Acá en Cuba no era fácil que aceptaran y se consolidaran grupos nuevos, y Afrocuba no fue profesional nunca, es decir que tuviera respaldo de una institución, pero ya en los ’80 se vuelve a armar el grupo y es el Afrocuba que ya conoce el mundo y súper conoce la Argentina.

¿El director era Nicolás Reynoso?

Sí, cuando empezó el grupo. Fuimos a Argentina muchas veces con Silvio y ya tenía otros integrantes, casi todos de la misma generación.

¿En los ’80 estaba Oriente López de director?

En el año 84 fue cuando iniciamos un trabajo junto con Silvio.

¿En cuántas oportunidades has estado en la Argentina con Afrocuba?

Con Afrocuba y Silvio en varias ocasiones, y también hicimos giras por el país, gracias a eso conocí Rosario, Mendoza, Mar del Plata y Buenos Aires claro; que he repetido, luego con mi cuarteto unos años después. Me ha quedado mucho por conocer, por ejemplo, Bariloche y otros lugares de la Argentina.

Estoy haciendo ahora lo posible por volver a enganchar para ir al Festival de Jazz y realizar algunos conciertos por ahí.

¿Qué otras partes del mundo has recorrido?

América Central, y Suramérica, Chile no conozco todavía, pero sí, Brasil, Argentina, Venezuela que es maravilloso, fantástico con una riqueza musical absoluta, y otros estados Panamá, etc. Europa.

¿En España estuviste?

Mucho, España para los cubanos mucho más que Miami, es madre patria y nosotros sentimos a España como nuestra casa también cuando los cubanos hacemos giras en Europa y llegamos a España es como llegar a casa, es increíble, porque todo es igual, la comida, etc.

Silvio Rodríguez te ha elogiado bastante, hay una frase con un concepto suyo: “Una de las cosas que más me conmueven en Ernán López-Nussa es cómo se acoplan en él lo singular y lo gregario.   Es tan capaz de la exquisitez más callejera, como de la cotidianidad más elaborada”.

Sí, esas palabras de Silvio siempre me han acompañado, fueron palabras para mi primer disco y realmente tiene  una agudeza tremenda, de hecho un poco  mi vida ha sido  como la describe, un ir y venir entre la música de concierto llamada  clásica y la popular;  y tanto es así que uno de mis trabajos que más se ha desarrollado en los últimos años que  título “Sacrilegio”, es música clásica a través de la música popular cubana, o a la inversa ,son como dos intervenciones, y ahí aprovecho y hago las dos. Antes era siempre una contradicción:  quería tocar música popular, pero debía presentarme a examen entonces era una rivalidad que me divertía, pero lo sufría mucho porque es muy duro, son dos disciplinas y sentimientos, no opuestos, pero sí bien diferentes y ahora como no tengo quien me reprima, hago las dos músicas juntas.

¿Hay mucho público cubano para el jazz?

Como no, yo me siento muy responsable en haber ganado audiencia en Cuba para el jazz. Porque como en todos lados es de minorías, es música difícil, hay que disponer de un entrenamiento y la suerte que tiene el jazz es que se le unen muchos sentimientos, el latino, incluso el argentino, cubano, brasilero y en los mismos EE.UU.  Los autores   e intérpretes de distintos lugares le trasmiten sus sentimientos, pero la experiencia del músico de jazz en Cuba, en la época en que yo estaba aprendiendo solía ser muy egoísta, como que no pensaba en la audiencia. A mí siempre me enseñaron que, si se va ofrecer el arte, esas personas tienen el derecho de entender   lo que están recibiendo, entonces uno tiene que aprender eso, que se aplica mucho en el teatro y es la curva dramática en el espectáculo, porque no le puedes meter un músico –como dicen los españoles, – que es un coñazo, no hay derecho, además no está defendiendo el género, por el contrario, estás ahuyentando al público.

Siempre me tomé muy enserio eso, y en cada puesta he buscado la manera de que fuera atractiva, siempre también invitando a artistas de otro género a compartir y abrir el espectro del jazz en Cuba.  Hoy en día se ha ganado audiencia, por supuesto no compite con el reguetón, ni competiría con el rock- al que nunca acá en Cuba le han dado espacio, no competiría con nada de la música popular, pero no es de minorías, las salas acá se llenan con un público excelente que no diría que es conocedor profundo del jazz, pero sí entrenado para escuchar música, y eso realmente satisface mucho.

Acaba de pasar el festival Jazz Plaza, después de tanto tiempo en que los conciertos no podrían ser presenciales, y realmente volver a sentir ese calor del público, ese silencio que la música llega hasta la última butaca, es muy reconfortante.

En general, sé que el rock no es aceptado, pero en Argentina hubo una década maravillosa entre el ‘60 y mitad de década del ’70 donde el jazz tuvo también un auge impresionante, inclusive había orquestas con jazz y se llenaban los pequeños teatros de 300 butacas, pero después se fue aplacando y ahora es para una minoría el jazz. Tiene poca acción en este momento.

Desde el primer momento que fui a la Argentina, año ‘86 con Afrocuba, conocí a gente maravillosa, había pocos espacios para jazz y estaba pasando por un mal momento, algunos músicos se iban, pero tuve la fortuna de conocer a un ciego maravilloso Horacio Larumbe y al Negro González.

Falleció el Negro, era bajista.

Lo supe, y me dio muchísima pena. Un gran amigo, un promotor increíble, la última vez lo vi promoviendo a jóvenes.

En San Telmo tenía un boliche…

Me emociona mucho hablar de ellos y de Argentina.

Y seguro habrás escuchado hablar de un gran pianista, Enrique Mono Villegas.

Como no, fue del primero que me hablaron. Tengo un cassette del Mono Villegas.

Litto Nebbia, con su sello musical recogió con “Melopea” la obra que estaba publicada en Trova que era un sello discográfico y la publicó. Yo fui gran amigo en vida del Mono Villegas, y tuve el placer de ir a su casa, era un tipo muy particular, un pianista extraordinario.

Argentina ha dado grandes músicos y grandes pianistas, es como muchas veces en Cuba, no te das cuenta la cantidad de pianistas tan grande que hay, porque están por ahí tocando en las orquestas de salsa, cuando agudizas un poco el oído te das cuenta que hay unos pianistazos tremendos tocando ahí. Se ha hablado mucho aquí de la importancia a partir de lo que le ofreció Leo Brawer con los grandes festivales de guitarra que presidió.  Se pensaba que este era un país de guitarras, pero que va, es un país de pianistas.

Y en Argentina me parece que igual, cada pianista que he escuchado por ahí incluso en concursos internacionales donde fui, los argentinos eran los mejores.

Carlos Franzzetti es un gran pianista argentino.

Sí, hay muchos. Horacio Salgán es otro.

Falleciò hace poco. Cien años tenía. Vi en el Teatro Colón a la orquesta de Barenboim con la orquesta de Salgán dirigida por el hijo de Salgán. Era un tipo tan sencillo se le veía por el centro yendo a una peluquería a la calle Montevideo. Cuando se sentaba al piano era impresionante.

La película “Tango”, es fabulosa y la música es de Salgán, aparece tocando, y lo que hacía era tan cercano al jazz, que yo pensé:  acá están los límites entre el tango y el jazz y la música argentina.  Y me dije, este es el jazz argentino.

Pasó con Piazzola. Los tangueros odiaban a Piazzola porque la cuestión era que se había ido del tango, pero cuando sale en el ’74 “Libertango”, que lo grabó en Milán, Italia, acá en Argentina la gente se sorprendió aparte los que en esa época hacíamos programa de música rock teníamos que responder a la obligación de poner el 75 % de música nacional y folclore y tango, no desentonaba para nada con el rock y con el jazz. Piazzolla era un genio, como instrumentista, pianista, compositor, después en lo personal es otra cuestión. Acá hubo pianistas de tango, Pugliese, por ejemplo.

Por eso no me sorprendía. Veía un piquete de pianistas, había argentino ahí y decía: ponle el cuño que ese… toca piano.

Otro gran artista que no fue pianista fue El Gato Barbieri…

Bueno, ahora yo estoy con uno de mis nuevos proyectos, mi último disco grabado, pero no editado, acabo de terminarlo y estamos en el diseño del disco un poco recreando el jazz cool que yo conocí acá en Cuba, a lo cubano, porque ese jazz cool venía influenciado directamente George Shearing, con ese formato, otro gran pianista. Él trabajó mucho la música cubana, y además fue uno de los que mejor he escuchado, de dónde sacó ese hombre, ese conocimiento y entender ese sentimiento y en esa época, porque hoy en día es muy fácil, hay academias que te enseñan a improvisar. Todo esto me influenció comenzando mi vida profesional otro pianista que estaba en Cuba era   Bogan. En un bar donde tocaban esa música, uno de los temas de las canciones más requeridas por la audiencia era del Gato Barbieri, de la película “El último tango en París”, yo remonté esa canción un poco al estilo de George Shearing   con un poco de danzón e hice una mezcla con el jazz cool. Esa para mí es una de las grandes melodías de este mundo.

¡Qué curiosidad, el Gato el último disco que grabó lo hizo con Franzetti!

Realmente escuché poco a Gato Barbieri, porque en el momento en que yo estaba muy aprehensivo escuchando todo y estudiando., el free jazz, no era lo que más me gustaba, bien para aprender el falseo, la armonía, pero no me hace muy feliz.

Pero hace poco estuve escuchando al Gato, y me doy cuenta de lo que me he perdido entones estoy de vuelta.  Él estuvo en Cuba en un jurado de concurso de música y lamento no haberme acercado para haberlo conocido.

Yo estuve en el ‘93 cuando viene Mc McCartney, pido hacer la nota no había celular, y él me regaló uno de sus discos y no hay fotos; después lo fui a ver como 14 veces. Algo parecido me pasó con Marcelo Mastroniani. Cuando termina la conferencia de prensa le pedí un autógrafo y le saqué una nota exclusiva, pero tuve suerte que había un fotógrafo ese día…

Pero, contáme un poco de tu discografía.

Pero volviendo al grupo. Yo salí y luego se desintegró. El segundo disco que grabé se llama “Delirium” un título sugerido por mi esposa que es escritora y ha ido mucho a la Argentina. Este es un disco mucho más centrado, trabajando los ritmos cubanos, incluye un percusionista, después de ese, hice un disco en Brasil a partir de una invitación a un Fastial de Jazz en Sao Paulo.  Me propusieron hacer el disco, pienso que es mi mejor disco, es el más alegre, vibra mucho, tiene mucho sentimiento y grabaron formidables músicos argentinos. Tuve ahí una fusión entre los ritmos y los sentimientos, a través de Brasil y Cuba, es fabuloso. Ese fue el primer Gran premio.

En Cuba he tenido la fortuna de ser premiado siempre en la categoría de Jazz cubano, o Latin jazz, pero además de eso dan un gran premio y normalmente suele pasar que se lo dan a un cantante, o alguien que vende discos, suena mucho o es muy popular, pero a música de concierto o de jazz impensable.  Sin embargo, mi tercer disco que se llama “From Havana to Río “, obtuvo ese gran premio

Tenes como 16 discos grabados…

 Hay muchos discos editados con cierta formalidad y cronología cada dos o tres años. Por lo general cada vez que hacía un proyecto nuevo, grababa un disco. Antes de mi primer disco llamado “Figuraciones”, hice uno con este grupo “Cuarto Espacio”, ahí fue donde me di a conocer como compositor y creador. Ahí no tenía otra responsabilidad que la ejecución.

 Ha sido un enorme placer, obviamente vamos a repetir en un par de meses un programa contigo. Si bien soy roquero, coincido contigo en muchas cosas, no me gusta la música comercial tampoco. Siempre fui selectivo en mis gustos. Acá dejo para los seguidores del jazz y de los músicos notables el dato sobre el Sitio Oficial de Ernán López Nussa: https://ernanlopeznussa.com

Nota emitida por el programa «El País y los Escritores» (Jueves a las 23 por FM Radio Cultura)

Investigación: Margarita Pécora